miércoles, 19 de abril de 2017

La residencia

Imagínate que un día no puedes andar. Te levantas y tus piernas se doblan como un trapo.

Nada de lo que quieres hacer depende de ti. Todo depende de quien quiera ayudarte a moverte. No puedes hacer casi nada solo.


Imagínate que te dicen que has dicho que dijiste...y nada tiene sentido para ti. Lo recuerdas pero no lo entiendes. Aparecen fragmentos de objetos arrojados por ti que no recuerdas haber visto ni tocado.
Sabes quien eres, quienes son los que te rodean pero no entiendes nada. El mundo se ha puesto patas arriba y no logras aferrarte a él. Vives en mundos paralelos que se cruzan y que no sabes por qué ni entiendes a quien intenta explicártelos.

Estás perdido. Sólo. En una soledad sideral. Sin poder moverte y sin entender quién eres ni en qué se ha convertido tu vida.

Imagínate que las personas que más te quieren y a quien más necesitas, te llevan de refilón a un sitio nuevo donde desaparecen todas tus cosas, tu vida se trasplanta a un mundo nuevo lleno de gente desconocida de la que dependes y donde pasas las horas rodeado de impedidos como tú. Rodeado de desconocidos herméticamente instalados en su ruinera. Islas a la deriva. Alaridos mudos de soledad y dolor.  Seres frágiles, necesitados de cariño y calor, solos, abandonados a su desgracia , con cuidados profesionales, eso sí. Recibes visitas diarias de tus seres queridos pero cada  noche te quedas allí, rodeado de olores y sonidos ajenos, como un sudario. 

Imagínatelo...¿Puedes?

Gregorio Samsa sin futuro y con la única  pavorosa compañía de decenas de Gregorios Samsas que te repugnan como tu propia vida.

In memoriam

2 comentarios:

  1. Únicamente quién pasa por una experiencia semejante es capaz de ponerse en tu lugar. Debes saber que las palabras son un desahogo para el dolor, sigue escribiendo, porque te estamos esperando.

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    1. Yo siempre te espero a ti, Inmita. Te sigo, de hecho. Alumbras mi camino sin proponértelo.

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Gracias por acompañarme.