martes, 14 de abril de 2015

Hebras

6: 20 de la mañana. El tableteo de mi corazón me dice que no me esfuerce ni dé más vueltas: no voy a dormir más por hoy. Cinco horas y veinte han sido suficientes para mantener a raya a las emociones que me tienen en vilo. 

Hoy es un día especial para un amigo especial y para todos los que le queremos. Por eso ayer me acosté con el calendario palpitándome y hoy ya es complicado recuperar el sueño perdido.

El calendario palpitante también me sacudió ayer por la noche, a bocajarro. Contenta y entusiasmada acudí con Virginia, Gaby y Juan a la entrega de unos premios bien interesantes: Premios a los Optimistas Solidarios que entrega la revista Anoche tuve un sueño.
Su fundadora nos explicaba que se han creado para celebrar y felicitar a las personas que dedican su vida a hacer pequeñas cosas que cambian el mundo y lo mejoran. Su fundadora estaba definiendo así a Música en Vena.


 En medio de esta entrega de premios- y como no podía ser menos porque él fue un luchador que con su ejemplo, su poesía y su trabajo diario cambió el mundo y lo mejoró- se "lloró" la muerte de Eduardo Galeano. No sabía nada y fue como un mazazo. 
Hay personas que no deberían desaparecer nunca. Son la voz de los silenciados y las manos que sostienen la esperanza y el mundo. El mundo, la verdad, ayer se quedaron más desarropados sin los ojos azules de Galeano
destapando la realidad para cobijar a los oprimidos y expoliados en una lucha por la justicia y la igualdad apuntalada por la poesía y la dulzura de su voz.


Me fui del evento conmocionada, olvidando una lección que me dio mi amigo Juan  hace poco. Me fui corriendo tras lo urgente , olvidando lo importante. Aunque lo que mi amigo Juan no me ha enseñado todavía (¿O sí, Juan?) es cómo diferenciar ambas cosas, cómo saber dirimir qué es qué. Por eso ayer salí a de esta entrega de premios a una hora razonable que me hiciera llegar a casa con el margen suficiente para poder completar las obligaciones de una jornada de de 15 horas sin parar. Y me perdí algo importante, claro. Lo urgente - confabularme contra el cansancio y cumplir mi obligación-se llevó por medio a lo importante: ver el homenaje que recibió Música en Vena.  
Todavía no distingo bien lo importante de lo urgente, pero lo medio intuyo. No sabíamos si Música en Vena iba a aparecer en la ceremonia, no había noticias al respecto. Yo tenía la mosca detrás de la oreja. Por eso no me pude acostar sin preguntarle a Virginia qué había pasado y así me enteré de que me había perdido algo importante. 


Me enteré a las 00:30  y, así me fui a la cama, sumándose esta alegría a las otras hebras, bullendo en mi cabeza, tableteando mi corazón. 

Por eso hoy, a las 6: 20 sabía que no podría descansar más, como también sabía que no podría tener un buen día hasta que no estuviera aquí, "tableteando"  las teclas  al ritmo de mis latidos para dejar descansar o al menos para dar una tregua a la montaña rusa en la que, desde hace unos días, se deslizan mis emociones.


Y aquí estoy, sobre todo por ti. Porque los dos sabemos de hilos, de hilos mágicos, invisibles que tiran y sujetan fuertes como el acero. Y aturdida me doy cuenta de que todo esto que me impide dormir y me tiene emocionalmente despierta y viva es parte del mismo hilo. Hebras de un hilo en el que descansa mi ilusión y mi fuerza.


Con un escalofrío me he dado cuenta de que fue Galeano, quizá, quien enhebró la aguja con la que hemos tejido nuestra amistad (¿recuerdas?) y MeV el trampolín que me animó lanzarme a invadirte con mensajes más personales e íntimos. Iniciando así y gracias a tu generosa escucha y tu increíble respuesta este lazo que ahora tira de mi corazón y me sitúa cerquita de ti en este día especial en el que lo importante se alía con lo urgente y juntos, de la mano, me dicen que no hay nada hoy que no sea estar a tu lado y tirar juntos de este hilo tan hermoso.  Y en eso estamos, Juan. ¡Vamos allá!