viernes, 27 de febrero de 2015

Agrietar el muro

Muchas veces esperando en el andén te gustaría subirte a ese tren que no es el tuyo, solo por descubrir nuevos mundos, nuevas sensaciones. Pero no puedes. No es el tuyo. Lo ves alejarse con una sonrisa de melancolía y cierta impotencia. Aunque con la ilusión de , algún día, atreverte a subir a otros traqueteos que ahora te parecen imposibles.

Ayer, las miradas tristes de unas niñas apagadas nos despedían así. Tristes, pero bajo los dinteles de las puertas de su habitación, para saborear una despedida que, solo instalada en la esperanza, quieres alargar.


Ayer, Charly, Pablo y Raúl llevaron toda su entrega y su pasión a una sala en la que algunas niñas llegaron a regañadientes y en la que todas se encontraban sin muchos ánimos ni ganas de mucho.


Ellos con sus canciones las hicieron tararear y salir, por unos instantes, de esa nebulosa que es, en estos momentos, su vida. 




 



Ellos, que no son profesionales, que simplemente aman la música y se relacionan y expresan a través de ella, fueron valientes y generosos improvisando las canciones que ellas les pedían y que no habían preparado y esforzándose mucho por que los errores no afectaran al disfrute.

Estaban todos unidos por ese hilo mágico de la música. Se sabían todas las canciones y compartieron un lugar común en el que no había diferencias. 



Compartir, emocionarse, sentirse en comunión...no creo que haya otra expresión de la vida más hermosa y más auténtica. Y esa fuerza puede ayudar a descubrir otras que están, ahora, muy silenciadas. Aunque no sea en ese instante.




Y esa tristeza que actuaba como un muro difícil de derribar puede enseñarnos que todos somos parte de lo mismo, que todos podemos visitar ambas partes del muro y que necesitamos que otros nos echen una mano para poder escalarlo.


Charly, Pablo y Raúl extendieron las suyas para que sus amigas de esa tarde se aferraran a ellas y montadas en su voces escaparan de allí y le cantaran a su voluntad que no están solas en ese muro.


Ellos, conmovidos, quieren repetir para cantar más fuerte e intentar ayudar a derribar esos muros. O al menos a agrietarlos.

viernes, 20 de febrero de 2015

En volandas

El amplio corredor se tiñe de sedas coloridas. La tenue luz se viste de calor. Suena la música. Una música profunda, ancestral, de culturas lejanas,que acolcha el ruido de nuestras preocupaciones y nuestras prisas y lo transforma en serenidad, en ganas de entregarte a ella y descansar. 
El hospital se ha transformado en un útero que nos mece y aligera.

Lalita avanza hasta nosotros, enlazas sus manos con pétalos rojos que libera como un suspiro de su corazón. Sus manos ahora vuelan como aves enamoradas y se funden con la música para romper en un torbellino de ropajes en cuyas olas nos subimos y volamos. Volamos  en los hipnóticos giros de Lalita que, como una peonza, se abandona a la inercia de ese revoloteo sanador. Vueltas infinitas que centran, que enraizan.


Ahora son otras magas con sus ropajes encendidos las que salpican de dulces tintineos el suave movimiento de sus cuerpos.


Color, serenidad y gotas centelleantes en una danza 
que se nos inocula sin saber cómo y nos impide dejar de mirarlas, de seguirlas con el anhelo de nuestro corazón.







Salgo en mitad de esta ceremonia preguntándome si el mismo encantamiento será el que veo en los ojos fijos de esos niños que, tal vez, por unos momentos han olvidado por qué están ahí. Si habrán intuido  que podrán salir pronto a  bailar su propia música que será parte de esta que hoy - sembrando su imaginación- les ha devuelto, por un ratito, sus quebradas alas.

Gracias, chicas


miércoles, 18 de febrero de 2015

Algo extraordinario

Hoy he vivido algo extraordinario. He ido al cine. 
He visto una película sobre una profesora de Lengua, de 50 años, que ama la capacidad de entregarse en las palabras. Casada, con hijos. Le gusta correr y la  crema de calabaza.  Todas estas coincidencias podrían ya ser lo extraordinario, pero no lo son.


Es una mujer luchando por aprender a saber perder, aunque lo único que sabe es que eso jamás se aprende como ella necesita. Porque ella está luchando por aprender a decir adiós a todo lo que es. Esta luchando por aprender a despedirse de sí misma sin ir a ninguna parte. La pantalla se va a blanco, como Alice. Fin de la película.



La música acompaña a los títulos de crédito y entre sus notas escuchamos aplaudir a un hombre que rompe sus aplausos con un "gracias" desgarrado.Sorprendidos, no sabemos bien qué está pasando: "¿Otro loco más"? Escuchamos pues somos pocos...

Nos está dando las gracias por acompañarle, por haber vivido con él la comunión de esa lucha; por no haber permitido que se sintiera todavía más solo, más hundido. Necesita darle las gracias a un pequeño grupo de desconocidos que ,sin saberlo ,han vivido con él su víacrucis personal. Un grupo de personas que no sabíamos que él, durante esa hora y media, estaba realizando un viaje amargo y maravilloso al mismo tiempo. Un viaje en el que, de algún modo, ha podido acompañar a su hermano en la soledad devastadora que supone instalarse en la nada del alzheimer.
A través del cual ha podido sentir a su hermano, otra vez, acercándose al infierno que es perder los recuerdos, no saber dónde estás ni quienés son los que te rodean. Al entender que estás dejando de ser quien eres para ser un espectro rodeado de una distancia
insalvable que te aleja de todo lo que amas y que dejarás de sentir ineludiblemente. 

Ha podido acompañar a su hermano en ese tortuoso no retorno que es ser consciente del desmantelamiento de tu mundo, de tu propio desmantelamiento. 



De algún modo. A través de una película. 
Porque no es posible de otro modo. Porque vivir la devastación de un ser querido en manos del alzheimer es vivir en la impotencia
de no poder ayudar, ni acompañar, ni aliviar en el inmensurable dolor de esa persona que se va.

Y entre sollozos nos ha dado las gracias por no dejarle solo en esa bajada a los infiernos a la que sus amigos no le han querido acompañar. Quizá por no enfrentarse ellos a ese sufrimiento otra vez. Quizá porque pensaron que era malsano querer revivir la enfermedad de su hermano que se fue, definitivamente ahora, hace tan solo un mes.

El hombre sollozando se ha presentado y  nos ha seguido dando las gracias. Necesitaba hablar de su hermano, seguir teniéndolo cerca y nos ha explicado
que va abrir un restaurante en su nombre y allí nos ha convocado.

No he dudado ni por un instante de la veracidad de sus sollozos, ni de la intención de su improvisado discurso. En septiembre estaré pendiente para acercarme a ese restaurante y darle las gracias y el ánimo que hoy no he sido capaz de entregarle; anclada en mi asiento, sin capacidad de reacción. 

Iré, sin duda a agradecerle que me haya hecho vivir la emoción de sentir lo mejor del ser humano en mitad del dolor y la renuncia. Que me haya hecho sentir que no estoy sola en mi fragilidad y mis miedos, en mi necesidad de descansarlos en el calor de los demás, con la certeza de que la vida es maravillosa porque somos capaces de emocionarnos y compartirlo. Le daré las gracias por permitirme vivir,un miércoles cualquiera, algo  vívidamente extraordinario.

domingo, 15 de febrero de 2015

Preguntas

Ayer estuve en una presentación sobre  música barroca. Es mi música favorita sin ninguna duda. 
Descubrí algo que ya sabía: es una música hecha para despertar emociones. Por eso me gusta.



Eso me llevó a cuestiones sobre las que siempre me descubro reflexionando sin llegar a conclusiones sólidas.


Sé que lo único que me interesa realmente en esta vida es emocionarme. Que nada que no incluya algún tipo de emoción  me interesa. Que aprendo de las emociones, que me enriquezco con ellas y construyo y entiendo el mundo a través de ellas. Al menos entiendo algo mejor el sinsentido de este mundo. 

José Luis Sampedro, un sabio bien pegado a la realidad, lo dijo muy claramente:
"La emoción es primero. Primero se siente y después viene lo demás, el pensamiento, que se estructura en palabras"



La cuestión es que yo, llena de emociones, a veces no logro transmitir a los que me rodean ninguna bondad. Me cuesta expresar mi cariño y hacer la vida más fácil a los demás. Entonces me pregunto para qué me sirven las emociones. Cómo pueden ayudarme a construir un mundo mejor y a ser mejor persona. ¿Vivir en la emociones es ético si no se comparten y si no ayudan a cambiar lo injusto, si no suponen un compromiso con los que te rodean? 

Esto conecta con otra cuestión que me aturde frecuentemente. Soy incapaz de transmitir personalmente todo lo que llevo dentro. Todo ese volcán de emociones lo canalizo y comparto a través de la palabra escrita pero soy incapaz de entregar ternura, calor, cercanía en el tú a tú. ¿Eso invalida mi palabra escrita? ¿Le quita fuerza y autenticidad?
¿Se trata de una máscara tras la que me parapeto? 


Y eso me lleva a otro enigma ante el que tengo una postura  débil, insegura. ¿Se puede separar la obra artística de una persona de su vida diaria? ¿Se puede admirar, elogiar, valorar la obra de un artista al margen de su catadura moral, de su calidad humana? ¿El genio sigue siendo un genio a pesar de ser un hijo de puta? ¿Puede emocionarme la obra de un maltratador, de un ser despiadado, soberbio o injusto? ¿Puede la obra de una criminal valorarse al margen de esos crímenes?

Preguntas, cada vez más preguntas...

Escuchar a sabios ayuda a sobrellevar tantas incógnitas, si no es posible despejarlas.


sábado, 14 de febrero de 2015

Una tarde "áurea"

El sábado 14 de febrero se ha celebrado la competición municipal de natación de Madrid en Palomeras. 
Se reunen los equipos de natación de los colegios de Madrid y compiten por las marcas en Braza y Relevos.

Oro en Braza






Oro en Relevos



                                                                                                                                                                           En 15 días, más.


miércoles, 4 de febrero de 2015

DOS MUJERES EXCEPCIONALES


Persigo a Pepa desde que empezó su programa "No es un día cualquiera" en RNE. Coincido con ella en todo excepto en que ella prefiere lo salado y yo lo dulce. En todo lo demás, es como si me viera por dentro. Son dieciseis años sorprendiéndome cada fin de semana con algún guiño o alguna sorpresa. Sus entrevistas son únicas. Son las entrevistas que a mí me gustaría saber hacer. Admiro a Pepa y no he podido evitar decírselo, atreverme a molestarla desde el principio con mis emails, contándole mis emociones y reflexiones al hilo de las suyas. Son muchos años de comunicación epistolar y en las ondas. Es inevitable que yo sienta un vínculo muy especial con ella. Tan lejos pero tan cerca. Como a una hermana (que no tengo) o a una buena amiga le he contado mis impresiones, mis dudas, mis inquietudes... Necesito contrastarlas con ella y no me corto: la invado de vez en cuando abusando de ese vínculo que, de manera generosa, me ha permitido disfrutar.
Por supuesto cuando algo me entusiasma lo comparto con ella. También cuando algo me cala hondo y me habita. Ella siempre me responde. Y siempre me sorprende. No me atrevo a decir lo que siento porque suena exagerado y sensiblero, pero Pepa es alguien muy importante para mí. Es una parte vital de mi paisaje emocional.


Hace ya tiempo descubrí un tesoro, un manantial de energía y fuerza que quiere transformar el dolor, el miedo y la desazón de los hospitales en luz y esperanza. Música en Vena. Y lo consigue. Me entusiasma y me habita por lo mucho que me enseña, por lo que crea, por lo produce en las emociones, por lo que hace cada día. Virginia me abrió las puertas de este prodigio con todo su calor y su entusiasmo y me ha hecho muy feliz dejándome ser parte de él.



Necesitaba compartir con Pepa esta nueva ilusión y así lo hice, sabiendo que a ella también le gustaría.

Nunca me imaginé que iba a llamar a Virginia para hacerle una entrevista y nunca me hubiera atrevido a soñar que me mencionara en ese encuentro, mucho menos que me hiciera participar en él.

Pepa y Virginia, dando alas a MeV. El estómago me hacía hipar de la emoción. No me lo podía creer.

El domingo, 1 de febrero, tuvo lugar ese encuentro. Con la dulzura de Virginia presentando su proyecto y las preguntas generosas y certeras de Pepa dándole el lugar que se merece y destacando sus aspectos más interesantes. Tratándolo con el mismo cariño que nosotras le tenemos. 



Música en Vena en el programa de Pepa, "en mi programa". 

Virginia y Pepa dos de las mujeres que más admiro por cómo son y por lo que hacen y me regalan. 

El abrazo de Pepa que tanto tiempo estaba necesitando darle. 

El equipazo de ese programa que es indescriptiblemente cercano y cariñoso.


Hacía tiempo que no me sentía tan feliz y tan afortunada.



 No hay manera de darles las gracias por tanto a ambas.

Entrevista de Pepa a Virginia  a partir del minuto 16









Tu mano en mi mano (Dedicado a Pepa Fernández)

El domingo , 1 de febrero, no fue "un domingo cualquiera" para mí. Por muchos motivos. Todos hermosos. Pero sobre todo lo fue por el resplandor de tu mano en mi mano.

Hay sueños que pueblan nuestra ilusión y que nosotros, a veces, no nos atrevemos a soñar. Están acurrucados en el filo de nuestra intención, como gorriones que aún no saben volar. Y un día, casi inopinadamente, nos sorprende el aleteo de su voluntariosa urgencia. Y nos hacen un regalo que ilumina nuestra vida y convierten un páramo monocorde y yermo en una vega cuajada de futuro.
Porque la ilusión y la alegría son ya el futuro.

Hay gente que sueña con tener. Yo solo sueño con vivir emociones y compartirlas. Crecer en ellas y construir desde ellas.
Me pregunto si será infantil sentirse dichosa por dar un abrazo a alguien a quien admiras y quieres en la distancia. Si lo será sentirme feliz por poder acompañar  a  una labor que ayuda a tanta gente.

Me pregunto si no es infantil sentir una emoción que me desmadeja al ver como, en la mitad de tu trabajo, en medio de la tensión de una entrevista, concentrada en tu quehacer, extiendes tu mano buscando la mía y la aprietas fuerte; como si hubieses adivinado mi necesidad de abrazarte, de agradecerte tanto a lo largo de tantos años.

Tu mano en mi mano y mi emoción galopando a lomos de mi corazón desbocado, con el temor a que su tamborileo frenético se escapara por los micrófonos y  nos delatara a mí y a mi felicidad al sentir que alguien tan especial como tú me abría su casa y su corazón.

Tu mano en mi mano y para siempre ya, el estremecimiento de la alegría. La de tenerte tan cerca, Pepa.Tan lejos pero tan, tan cerca.

Gracias por todo.