jueves, 31 de diciembre de 2020

Carta al año 2020

 Naciste con vocación de bonito. Número redondo.

La coyuntura te ha convertido en una efeméride que nadie podrá olvidar. Ni siquiera los que no te han conocido.

Yo vengo a darte las gracias. Muchas. Variadas

Gracias por el atropello de mi madre y gracias por dejar que siga viviendo.

Gracias por sus roturas de pelvis, tibia, fémur y muñeca y gracias por conservarlos todos.

Gracias por  sus estancias en la uvi, sendas transfusiones y gracias por permitir que saliera de allí

Gracias por su operación tres en una, delicada, sin muchas opciones en el caso del fémur y gracias por que fuera un éxito total.

Gracias por los doscientos puntos que le pusieron y gracias porque ninguno se complicó y todos cumplieron su misión.

Gracias por la experiencia de escuchar a mi madre quejarse de dolor, día y noche durante nueve meses y gracias por permitirme seguir escuchándola.

Gracias por romperle la vida a mi madre, a todos nosotros, y gracias por permitirnos que la reconstruyamos .

Gracias por la pandemia que nos dejó desasistidos y gracias por que no llegara antes y por que no nos pillara en medio de las operaciones y el socavón.

Gracias por sacar toda la mierda de las residencias de ancianos que nos salpicaba constantemente a los que sabíamos de ella y gracias por no darme más opción que denunciarla hasta el final.

Gracias por enfrentarnos a una pesadilla que todavía no logramos entender y que se llama seis mil muertos en las residencias de Madrid, y gracias por ponerme entre la espada y la pared y salir todos indemnes de decisiones muy complicadas

Gracias por revolcarme en la mierda de las residencias y muchas, muchas gracias por darme la fuerza para salir de allí y tomar la determinación de no volver a entrar.

Gracias por el miedo y la confusión y la incertidumbre de este virus y gracias por dejarnos salir indemnes de él (de momento) a pesar de todos los pesares.

Gracias por toda la soledad que he sentido y gracias por hacerme más fuerte para superarla

Gracias por darme la oportunidad de desenmascarar a quienes decían ser amigos y gracias por aliviarme el corazón de su decepción.

Gracias por ponerme en el camino a gentuza, pura mierda y gracias por rodearme de maravillosas personas que han llevado luz, ayuda y alegría a nuestras vidas.

Gracias por quitarme casi todo y muchas gracias por hacerme entender que con un libro, música, un ordenador para trabajar y mi perro, soy bastante feliz.

Gracias por poner mi vida patas arriba y muchas gracias por permitirme pasar mucho tiempo con mis padres, mi chico, mi perro.

Gracias por un erte traicionero a mi chico y gracias por su conculcación

Gracias por un cáncer en la familia que no esperábamos y gracias por poderlo solventar con tratamiento.

Gracias por tanta, tanta oscuridad, tanto dolor, tanto miedo y muchas más gracias por ese impulso tan enorme para neutralizarlos con alegría, sorpresas, reuniones...luz.

Gracias por tanto sufrimiento y muchas más gracias por tanto amor dentro de mí.

Gracias por temer cada segundo pasado y gracias por esperar el siguiente y poco más.

Gracias por ser el año más terrible de nuestras vidas y gracias por hacerme capaz de encontrar la belleza, la alegría y las ganas entre tanta oscuridad y perversión.

Gracias por poder despedirte y muchas más gracias por poder entrar en el 2021 sin esperar nada a cambio.

Gracias por tanta perplejidad y duda y gracias por la sabiduría que has sembrado en nosotros para afrontarlas.

Gracias por todo lo perdido y gracias por que no fuera irrecuperable o decisivo.

Gracias por revolcarme en lo más oscuro y gracias por permitirme salir y sentirme más limpia, mejor persona y más fuerte.

Gracias por permitir rodearme de belleza, por encontrarla, por sentirla al máximo y encontrar en ella la vida.

Todo el mundo te detesta y quiere olvidarte. Yo no. Yo quiero tenerte muy presente el resto de mi vida y seguir dándote las gracias en este camino que se ha iniciado contigo y que no termina aquí. 


Gracias y gracias.



martes, 29 de diciembre de 2020

Hallazgos de luz

 

Cuando el alma y el corazón se han podido encontrar dejando atrás el miedo y la oscuridad, han resplandecido gracias a estos hallazgos.

La pandemia regada de belleza hace prescindible mucho de lo necesario. Peligroso















Paul Gauguin, Pueblo bretón bajo la nieve, 1894. Óleo sobre lienzo, 62 x 87 cm, Musée d'Orsay, París




ESTACIÓN DE METRO MAYAKOVSKAYA EN MOSCU - RUSIA:
La estación Mayakovskaya, en estilo art déco, fue realizada por el arquitecto Alexey Dushkin.
La perla de esta estación de 1938 son los 34 mosaicos colocados en nichos bajo el techo, retratan “Un día en el cielo soviético”, elaborado por el artista Alexander Deineka, inspirado en la visión del futuro soviético imaginado por el poeta Vladimir Mayakovsky.
Este conjunto escultórico que lleva el nombre del más mítico poeta revolucionario, fue premiado en 1939 en la Exposición Universal de Nueva York.
Durante la Gran Guerra Patria, como se llama en Moscu a la Segunda Guerra Mundial la estación se utilizó como refugio antiaéreo.
El 6 de noviembre de 1941 allí se celebró la reunión del Consejo de Diputados de Moscú programado para el 24 aniversario de la Revolución de 1917. Intervino el propio Stalin, que llegó en metro desde la cercana estación de Bielorrúskaya.


"La felicidad para mí consiste en gozar de buena salud, en dormir sin miedo y despertar sin angustia".
Françoise Sagan


    
Pulpo Wunderpus
La imagen captada por el fotógrafo submarino Yung-Sen es tan alucinante que parece tomada fuera de este planeta. Un pulpo bebé delicado y transparente que incluso es posible ver su cerebro rojo brillante como si estuviera encerrado en una burbuja de aire.


"Todos tenemos algún vidrio roto en el alma, que lastima y hace sangrar, aunque sea un poquito. Al escribir, siento que puedo sacar un poco de esos vidrios fuera de mí. Al ponerlos en un papel ya no me dañan”.
Eduardo Galeano


    
The only friend - Czesław Jankowski (1901)




Joaquín Sorolla, Esta noche es Nochebuena, hacia 1898. Gouache sobre papel sepia, 45 x 59 cm, Fundación Rodriguez-Acosta, Granada

"La pequeña obrera" es una pintura del pintor español realista Joan Planella i Rodríguez realizada probablemente en 1885.

Piet Mondrian, Estudio para El árbol gris, 1911. Lápiz graso negro sobre papel, 58.4 x 86.5 cm, Gemeentemuseum, La Haya, Países Bajos











"Sólo durante los tiempos difíciles es donde las personas llegan a entender lo difícil que es ser dueño de sus sentimientos y pensamientos”.
Antón Chéjov


























Mi regalo de la vida que cada vez quiero más y más










Me he rodeado de belleza. La he buscado. La he encontrado donde menos la esperaba y me ha ayudado a vivir en plenitud.

Lluvia

 Lluvia, necesitamos lluvia.

Lluvia de buenas noticias.
De pequeñas maravillosas buenas noticias.
El corazón se esponja como el campo reseco cuando caen mantos de agua.
Lluvia...

El primo que sale del hospital
La amiga anciana que se encuentra bien después de un año complicado.
La perrita Popy que responde al tratamiento y se ahoga menos y sigue disfrutando del amor de sus compañeros de vida.
La compañera que consigue un nuevo puesto de trabajo.
Los resultados del médico que son optimistas.
Los amigos enfermos que no se encuentran muy mal.
Los tratamientos que responden y mejoran.
Que estamos bien y nos podemos reunir un año más.
Que nadie de los nuestros más nuestros nos ha dejado este año.
Que seguimos aquí después de unos meses muy complicados.

Echo la vista atrás y se me eriza el vello: salimos indemnes de todo este huracán , de momento.
GRACIAS.

Gracias por esas gotas de lluvia que nos recuerdan lo privilegiados que somos y la maravilla que es abrir los ojos cada mañana
GRACIAS



jueves, 24 de diciembre de 2020

Bumerán

 Cuidado con las palabras, dijo Pizarnik.  (A lo que yo añadiría, "cuidado con Pizarnik" te puede destrozar de pura verdad).

Y tiene razón.  

Algunos  no entendemos la vida sin ellas, son las que nos salvan, a veces; pero se quedan tan cortas....y tan largas... 

Son y no son. 

Liberan y encierran. 

Sanan y matan. 

Hay que saber elegirlas. 

Y pronunciarlas. 

Y callarlas

Medirlas. 

Dosificarlas. 

Derrocharlas cuando están llenas de verdad. Hasta las últimas consecuencias.

Como de un animal doméstico, eres responsable de tus palabras hasta el fin de sus días. Y de los tuyos.

No las adoptes si no vas a saber defenderlas hasta el final.

Porque todas vuelven. Como un bumerán. Y te golpean. Donde más duele. En el hueco de mentira que llenaron frívolamente. Descuidadamente. 


"Te quiero": Son estas palabras difíciles de adoptar porque implican mucho. Implican el corazón. Y responder hasta el final de ellas. Sea cual sea el final y su causa.

El corazón nunca está preparado para recibir el bumerán de esas palabras- tan dulces, tan necesarias- vacuo, huérfano, deforme...



lunes, 30 de noviembre de 2020

Está pasando

 

Es la única generación con vida que ha pasado hambre: son los niños de la guerra y de la posguerra.                                                                  Los niños que se comían las patatas con cáscara cuando las había.


                 Los que jugaban con su regalo de navidad hasta que se descomponía y se lo comían. Una naranja era regalo, pelota y sustento. 

Los niños del hambre.


Lo que no podían imaginar es que en los últimos días de su vida lo iban a experimentar de nuevo.                                                            Sin la alegría de la niñez que todo lo juega y disfraza.                          Con la descorazonada impotencia de no entender por qué ahora también  tienen que pasar hambre.                                                         Con la inerme rabia del estómago vacío que paga dos mil cuatrocientos euros al mes por ello.

Pasan hambre. Se quejan. Pero nadie los escucha y nada cambia.

 La calidad no supera la cantidad y ellos salen de salón con hambre. El mismo que pasaron de niños pero ahora huérfanos de esperanza y de sueños.


Está pasando.

 Después de seis mil muertos en las residencias, los mayores siguen sufriendo maltrato. Uno más, la comida. 

Y nadie los escucha y a sus familiares se les niega la mayor. Está pasando y NADIE HACE NADA.


SEIS MIL murieron y los que quedan ahora siguen muriendo de soledad y de hambre.

Está pasando. 

Seguramente en muchas residencias.

 Lo que es seguro, porque lo sabemos, es que está pasando en Orpea Alcobendas. Y NADIE HACE NADA.


Si el corazón pudiera pensar, se detendría” (Fernando Pessoa)



martes, 17 de noviembre de 2020

Parque

 Me ha visto enamorarme ferozmente

 Me ha visto correr kilómetros y kilómetros,envuelta en plásticos         intentando encontrarme mientras me licuaba y quería hacerme        más pequeña y desapercibida.

 Me ha visto reír y compartir grandes momentos con mis amigos         del alma.

 Me ha visto también llorar sin entender qué me pasaba, qué le             pasaba a la vida, en qué consistía

 Me ha visto defenderme de asedios inconvenientes y peligrosos

 Me ha visto pasearle sin cansancio, regalándome un rincón de paz     cuando la guerra era el presente.


 Lo vi nacer como un oasis en medio  nuestro desconocido                 desierto.

 Lo vi recibirnos como un gran patio de recreo verde, fresco,             sereno.

 Lo vi transformarse, crecer, mejorar, hacerse mayor y                         "hermosearse".


 Pero nunca imaginé es que él iba a volver a verme hacer todo lo         que experimente tantas veces en mi adolescencia.

 Nunca imaginé que volvería a disfrutarlo como lo he                     disfrutado tantos meses.

Nunca imaginé que volvería a ser ese oasis que me daría un                respiro a cualquier hora del día.



 Lo he buscado cada día, a diferentes horas, para bañarme de su luz     y su artificial, quizá por eso más entrañable naturaleza.


 Lo he buscado en las horas tranquilas de la siesta donde la luz iba     cabalgándolo en un baño dorado de despedida




Lo he buscado en las noches donde sus modestas y bellísimas   

farolas me inundaban de una sensación de paz entrañable y única.





Me ha permitido disfrutar de su modesto esplendor

y me ha dado la fuerza de su latido y su aire limpio para retomar el día a día con la certidumbre de que allí estaría esperándome, en cualquier momento, para protegerme con sus aromas, sus árboles y sus flores.

Es un parque pequeño, modesto pero hecho a la medida de mi corazón oprimido durante estos meses duros. Una medida imponderable.

Acumpleaños "Violeta"

Recuerdo apenas el lindo restaurante donde te esperamos. Teníamos la tarde por delante. Tú, otra persona y yo a quienes nos corría Música en Vena por las venas. Por las mías también corría la admiración absoluta por ambas y un cariño inmenso por esas dos mujeres que representaban para mí, en aquel momento, lo mejor de la vida.

Esos días hermosos estaban empañados por la muerte de Zerolo. Una muerte que nos impresionaba por la larga sombra que ejercía. Ese mismo día supe que la otra mujer que nos acompañaba no era tan especial como pensaba y exudaba una falta de sensibilidad y tacto absolutamente gratuitos que convirtieron algunos de sus comentarios en infantiles faltas de respeto lacerantes. Así las viví yo y así intenté torearlas ante tu estoica, valiente y siempre mesurada actitud y respuesta.

Comimos. Tomamos un café. Pasamos la tarde juntas. Supe más de ti. De tu inimaginable batalla. De tu coraje más grande que tú y tu enfermedad. Supe del martirio en el que se había convertido tu vida y en cómo lo burlabas día a día con paseos interminables, actividades continuas, noches en vela, pasión por la vida.

Fue un día de terciopelo. Dulce, auténtico y enorme. Enorme porque pude conocerte mejor, estar cerca de ti y sentirte parte para siempre de mi vida. Luego pasaron muchas más cosas que  reafirmaron a mi corazón todo lo que de ti me decía.

Es posible que no haya un solo día desde que te fuiste en el que no te recuerde. 

Hoy te recuerdo inevitablemente. Y recuerdo ese día donde todo era posible todavía desde la fuerza de tu impulso y tus ganas de ganar. Hoy, hermosa mujer, los días se van tiñendo de "Violeta" y tu ausencia es más poderosa bajo ese nombre. Creo que ella te conocerá bien a pesar de todo. Nadie podrá dejar de hablarle de quién fuiste, de cómo fuiste, de todo lo que aquí dejaste y siempre estará presente en todos los que te tuvimos cerca.

Felicidades, amiga. Y gracias. A veces con dos patitas también se puede sujetar una mesa. La mía sigue aquí, en pie, contigo.

domingo, 15 de noviembre de 2020

Barrio

 Es un barrio humilde. De gente trabajadora.

Es un barrio viejo, nacido al frío del boom inmobiliario franquista de los años sesenta y a la medida de la estatura, la moral y la intelectualidad del dictador. Pisos pequeños como espejismos de comodidad y progreso que lo fueron para quienes venían de compartir habitación para sobrevivir.

El barrio es humilde y viejo. Como una gran parte de los habitantes que lo inauguraron. Edificios de ladrillo de cincuenta metros cuadrados donde llegaron a vivir familias numerosas y donde nos reuníamos en celebraciones montones de personas sin entender ahora cómo lo conseguíamos.

Los muros de las calles del barrio, construidos con piedras engarzadas en perfecto equilibrio, como murallas romanas , mantienen y separan calles peatonales donde de niños jugábamos horas y horas sin peligros y como en una prolongación de nuestro propio hogar.

Años más tarde, estas viviendas municipales del régimen se vieron rodeadas de construcciones más modernas, con pisos de más metros, con ascensor y calefacción que, abrazan al barrio inicial como intentando esconder su pobreza.

Ese barrio humilde y viejo, era un barrio lleno de tiendas, bares...de vida. El barrio encerraba todo un mundo del que no era necesario salir para vivir y ser feliz.

Este barrio, humilde y viejo, abandonado por el municipio y demasiado sucio, "hormigueado" por gente trabajadora que sabe lo que es llegar a fin de mes con estrecheces, se desangra hace años. El mundo ha cambiado. Ha cambiado la forma de vida y la forma de vivirlo y, en un goteo incesante, las tiendas han ido cerrando una a una para sobrevivir  alguna sola como un islote en el ártico. Las demás o están cerradas o se han convertido en casas bajas accesibles para aquellos jóvenes que ahora ya no pueden subir las escaleras que los separaba de la vida en su piso sin ascensor.

Este barrio, así, viejo, desangrado, humilde, sucio...se salva. Lo salvan los árboles y los jardines que lo salpican. El barrio sin árboles sería un fantasma, un remedo de hogar. El verdor, sus pájaros, sus colores, sus brisas...hacen de este rincón un paraíso perdido de la mano de dios.

O quizá sea el cariño de mis primeros veintisiete años vividos en él lo que me hace sentirlo así.


Nunca pensé que volvería a vivir en él como lo he hecho durante nueve meses. Meses muy difíciles para todos. En este nuevo tiempo de miedos, confinamientos e infecciones que , como no podría ser de otro modo, lo han asfixiado tenazmente. 

Mis primeros meses en el barrio fueron meses ciegos, meses sordos, meses de hojalata con la única premisa de sobrevivir, de cerrar la puerta por la noche, un día más sanos y salvos.

Después, poco a poco, volví a la vida y pude contemplarlo, respirarlo, escucharlo, verlo...y allí estaba él. Viejo, humilde, sucio, cansado, pero verde y tranquilo como el remanso de un torbellino incomprensible.

El barrio. Cada esquina, un recuerdo. Cada acera, una risa. Ventanas con nombres. Huecos, muchos huecos... vacíos, ausencias...Cuánta amarga dulzura punteada de ancianos que conocí vigorosos y que ahora son los mismos pero muy anochecidos.

El barrio. Caras amigas, caras nuevas...gente. Gente...gente del barrio. Buena gente. (La habrá mala también. Como en todas partes)

Papelería Maruja, un viaje a mi niñez. Entro. Está su hijo, amable como ella, que me recibe como si nos conociéramos de siempre. Y de pronto, la voz de Maruja. La misma voz que me regalaba un borrador cada vez que compraba algo. Esa voz amable, cantarina, serena. ¡Maruja! qué maravilla verla! El 1 de octubre hizo cincuenta y cinco años que abrió esa papelería. Y nada ha cambiado en ella. Toda amabilidad y acogida. El mundo recobra cierto equilibrio gracias a ella y ella ni lo imagina

Lupe, la farmacéutica. Una mujer generosa. Una pura terapia con ojos vivarachos, siempre sonriendo. Y Lupe nada sería sin Aldol y sin Inés. 

 Luis Alfonso, que me ha sacado de más de un aprieto con su escáner y  la rapidez con la que me consigue los libros que le encargo.

Los fruteros José y Fernando. Diligentes. Fruta buena, al lado de casa. Siempre con una sonrisa

Mi dentista. Mi argentino favorito. Acunándome con su melodiosa conversación a pesar de mi terror a esos sonidos y prácticas.

Herminio, la seguridad de tener en la puerta de casa "un amigo".

Y toda la gente nueva que he conocido. Gente hispana. Con un viaje lejos de su casa siempre cargado de tristeza y esfuerzo. Es la nueva gente de este barrio que lo hace más vivible. Especialmente para todas las personas mayores que ahora lo van habitando y despidiendo.

Este barrio así, viejo, desangrado, humilde, sucio...se salva. Lo salvan sus gentes. 

Y todos los perros que saludamos cada día y que se han convertido en parte de nuestra rutina y nuestros juegos, ¿verdad, Miko? La panda perruna que nos acompaña en nuestros paseos.


El barrio... Cada uno de los días pasados en él , me ha regalado un destello de belleza. Viejo, desangrado, humilde, sucio...

 Esas hortensias hermosas y exhuberantes con sus colores rosados como intactos. 

Un precioso gato, "malabareando" en una ventana.

 El otoño pintando las hojas , las hojas pintando el suelo...Suelo y cielo reflejando la maravilla de los colores imposibles de esta estación. 


El barrio. Que me vio crecer y que vi envejecer. 

El barrio, viejo, desangrado, humilde, sucio...,como el útero materno, me ha acunado nueve meses en medio de la total oscuridad.

sábado, 19 de septiembre de 2020

Ejército de salvación

 Desde pequeña escuchaba hablar de este peculiar ejército a través de las películas americanas. Era eso: algo de las pelis americanas. En mi ciudad o país nunca había visto a este ejército que, en sí mismo, me sonaba a oxímoron sin yo saberlo.
Ahora me he estado informando y resulta que no tiene nada que ver con lo que mi imaginación había pergeñado a través de la pantalla, nada tiene que ver con la realidad.

Y el caso es que nada de esto tiene importancia.
 Lo que sí la tiene es por qué ha vuelto a mí esta idea, estas dos palabras de las que nada conocía: ejército de salvación.
Cada día cuando abandonan mi casa las personas que vienen a echarme una mano en el cuidado de mis padres, les doy las gracias y les deseo que todo vaya bien, de corazón. Ellas son mi particular ejército de salvación. Es por ellas que me vino a la cabeza esta institución. 

Digo ellas, porque son mujeres en su totalidad. Y son muchas. Casi todas son sudamericanas, con historias personales duras. Todas ellas son amables, generosas, profesionales, eficientes...Y a mí me han salvado. Me han salvado de muchas cosas y sobre todo me han salvado de sentirme sola y agotada en todo este periplo personal.

Son muchas y salvan a mucha gente: son el verdadero ejército de salvación.
Son las trabajadoras de SAD. Seguramente con condiciones laborales no extraordinarias que podrían mejorar . Y ya digo, con historias personales y familiares de migración, duras.Trabajan con alegría, solícitas, sabiendo muy bien lo que hacen y con generosidad.

Quiero hacerles mi pequeño homenaje desde aquí. Quiero que sepan que las estimo y que han sido unos ángeles para mí.Lo son.      Durante el primer mes fueron mi única ayuda y compañía (Ruth y Luz) y creo que sin ellas no lo habría conseguido.

Han estado al pie del cañón cuando muchas otras personas, por miedo al COVID, se quedaban en casa. Ellas tenían que trabajar pero también pensaban en las personas mayores que se quedarían desatendidas si ellas no iban.                                                                               Han arriesgado su salud y la de su familia porque nadie las protegía especialmente ni las hizo la prueba ni nada de nada. Trabajaron a pelo y con la misma dedicación. 

Estas mujeres luchadoras, trabajadoras, a quienes algunos desalmados prepotentes, ignorante y xenófobos se atreven a insultar con ocurrencias como "panchitas", son la sal de la vida para muchos mayores y sus familias cuyas vidas serían  más complicadas y tristes  sin ellas. Y mucho más en estos momentos. 


Ojalá la sociedad sepamos valorar vuestra labor y vuestro sacrificio y os devolvamos, algún día, un poquito de todo lo que vosotras nos estáis dando.

Gracias. Gracias, Ruth . Gracias, Luz. Gracias Marta. Gracias, Gianina. Gracias, Saray. Gracias, Teresa. Gracias, Griselda. Con vuestra ayuda, vuestro cariño y vuestro tierno y musical español me habéis alegrado estos meses tan, tan duros. Me habéis salvado y seguís haciéndolo. Sois mi ejército de salvación.


PD: No sé si será suerte, pero TODAS las personas que han pasado por mi casa para echarme una mano son personas maravillosas.Incluyo también a terapeutas, Fátima y, Eva; fisios, Justo y otras personas que se han acercado a echarme una mano, Sheila. Increíblemente profesionales y generosas.Confío en ellas plenamente y las considero parte, para siempre, de mi paisaje emocional.

 No me olvido de mi asistente social maravillosa, Gema y de la doctora de mis padres, Marta, que no puede ser más solícita y encantadora. Entre tanta podredumbre humana como he descubierto estos meses, estas personas brillan como diamantes bajo el sol. Y lo son.





lunes, 10 de febrero de 2020

Torpeza

Hace tiempo que me paseo poco por aquí. 
Mi necesidad de contarme, de decirme, se agota en la propia vivencia y dudo de la palabra. La anclo en mi interior y me deleito en ella sin pronunciarla, en una narración interior.

A veces recupero algún texto por diferentes motivos en los que me hallo luchando inerme y en ellos me doy de bruces contigo. Tan parca, tan escueta, eras tú una de las poquísimas personas que tuvo la necesidad y la generosidad de descansar conmigo en tus palabras, las mías. 
Eras tú la única que me animaba a seguir este tejido en el que, decías, me esperabas.
Tú, que tan poco prodigabas tus necesidades, me las regalabas en tus comentarios, intuyendo que el recorrido de ida tenía mucho más sentido si se siente al lado el cariño de otras palabras de vuelta.
Siempre tan certera, tan sensible, tan inteligente...

Ahora que ya no estás me pregunto si no podría haber disfrutado más de este viaje en el que me acompañabas tan apasionadamente. Si no podría haberte acompañado yo mucho más en ese otro viaje en el que nadie podía estar contigo y que fue tan duro. 
Me pregunto si no pude darte mucho más de lo que te di haciendo lo que más amo. 
Y la respuesta es que sí.
 Que desaproveché la oportunidad que me regalabas , despilfarré el único espacio que había para compartir emociones, miedos, ilusiones...Me perdí el maravilloso tránsito de cruzar esa pequeña grieta que tu fortaleza se permitió y que yo, torpemente no supe ver. 
No supe verte y te pido perdón aunque ello no me permita cicatrizar la yaga que la torpeza de no verte ¡, ahí, esperándome , me sigue produciendo.
Gracias, amiga, y perdóname. Sé que ya lo has hecho. Yo no podré desasirme de este vacío de torpeza que siento cuando lo percibo como hoy, trajinando por estos renglones.

Quizá sea por eso que no me paseo tanto por aquí.
Porque sé que no podré encontrar nunca más tus comentarios. Porque sé que ya no puedes esperar. 
Porque no hacerlo cuando pude y tenía tanto sentido, le quita valor a todo lo demás que aparece por aquí hilvanado.
 Porque siento que te fallé y me fallé. 
Porque entrar aquí es encontrarme contigo esperándome. Sola.

lunes, 27 de enero de 2020

Sin toalla

Ayer me encontré con mi padre de pie.
Era una foto de no hace mucho tiempo. 
Fue como un tiro al corazón. 

 Ayer volví a entender la derrota de mi padre y cuántas veces soñará que camina, que se levanta, que su cuerpo vuelve a ser suyo...
 Ayer la toalla que mi padre ha tirado me golpeó la cara como el guante de un reto sin futuro. 
 Porque sé que mi padre muy tarde y entre tinieblas ha comprendido que nunca más podrá hacerse una foto como esa.

Se siente traicionado no sabe bien por qué o por quién. Como yo. Me tiene a mí, "ángel desleal", y sé que le duelo. Como a mí.

Ya, sin toalla, no hay espacio para la alegría ni la esperanza. 
La luz rehuye. Quizá anhelando la calma total. 
Y no es tan fácil.
Resultado de imagen de tirar la toalla