lunes, 6 de marzo de 2023

Piedras, nudos, escamas.

 "¡Ay madre mía!", llorabas y acudías a tu madre. Desesperado ante tu cadera rota que complicaba mucho más tu independencia y truncaba tu libertad para siempre. 

Piedras que pesan y como un salto de rana inverso, rebotan y rebotan y rebotan y me devuelven tu recuerdo y el de los últimos años que fueron tu condena y mi auténtica debacle.


"¿Y nadie se tira por aquí?" fue tu pregunta al ver la terraza de la nueva residencia que te esperaba. Una pregunta ingenua que hablaba de ti y de la razón de ser de la angustia que me habitaba sin tregua.

Nudos del alma que impiden volver a respirar como antes. Un eco en bucle que me acompaña y desbarata cada día.


"¿Has llorado? ¿Qué te pasa?" me soltaste el día que el mundo se cayó sin saberlo, cuando fui a desearte dulces sueños. Tú, que negabas los días y la verdad en tu perdida mente confusa y enferma, notaste -todavía no entiendo cómo- que algo me había arrasado. 

Una fina y única caricia que me cubrió ante tanta desesperada soledad. El cariño que nunca fue hecho carne, desescamándose estrepitosamente. 


¿Te llegarían las escamas del mío tan intenso, tan desvalido?




Ni siquiera era ese día. No hay días en un tiempo que no cuenta.