viernes, 6 de septiembre de 2013

Sequía

Algo me niega lo único que me reconforta. Ya de poco me ayudan las palabras, y las lágrimas se enquistan dentro de mí como si supieran que de nada sirven. 
A veces siento que me ahogo, que no entra el aire en mis pulmones. Como una tierra reseca, baldía y sin futuro.

Vuelta a empezar

Empieza el curso. Nos despedimos de no madrugar, de la pausada sucesión de tiempo, de dejarlo pasar sin medirlo, sin que nos paute la vida. Empieza el ritmo normal de cada día. 
Estoy activada e inevitablemente el sueño me abandona. Hoy he dormido cuatro horas. Me he despertado empapada en sudor y sin posibilidad de reincorporarme a ese descanso que tanto necesito. Doy la luz, leo. Intento dormir de nuevo. Imposible. A las seis me levanto a trabajar, a desarrollar eso que me ronda en la cabeza y me impide sumergirme en esa otra vida que es dormir. Veo amanecer. Los ocres, dorados, rojos, anaranjados  se suceden y van alumbrando la mañana.
Me reconforta el espectáculo que me temo será frecuente a partir de ahora.

Echo de menos las mañanas indolentes. Dormir y mi mente despejada.