domingo, 25 de enero de 2015

El otro Olimpo

Supongo que mucha gente ha visto este vídeo porque se hicieron eco de él muchos medios de comunicación



Es muy descriptivo además de emocionante por sincero, por desgarrador y porque apela a la realidad de las personas en la que no hay cabida para la macroeconomía o, al menos, no hay respuesta. 

Y es que la respuesta a los problemas de la gente "normal" siempre se intentan rebatir (callar, diría yo) con datos macroeconómicos. Como si comer cada día fuera una cuestión que pueda esperar a que los mecanismos comerciales de este sistema promuevan que una "prima" llegue a determinado nivel o a que no sé qué índices económicos recuperen su tendencia alcista. Como si esos parámetros tuvieran vida propia y no dependieran más que de los hados.

En Grecia, cuna de nuestra civilización, deben esperar para comer y para calentarse a que los dioses de se otro Olimpo, caprichosos e inhumanos, dejen de jugar a los dados con ellos. 
Unos dioses que nadie se cuestiona y a quien nadie pone límites, como al azar; pero que permiten enriquecerse a unos mientras una no despreciable mayoría, no sabe cómo, pierde lo poco que tenía y lo pasa mal.

Aunque este sistema es peor que un caprichoso Olimpo regido por dioses narcisistas e inconsecuentes. Si fuera solo así, la gente  se sentiría incapaz de luchar, de oponer resistencia, pero no se sentiría culpable. Porque lo peor de toda esta descomposición es que afecta a la persona en su propia esencia al hacerle sentir que estar en esa situación es "culpa" suya por no saber jugar a este juego, por no haberse esforzado lo suficiente, por no prever lo que podía pasar...
Cuando la realidad es que este engranaje está diseñado para que algunos se queden fuera, como expulsados por el centrifugado al que esa fuerza ciega del libre mercado nos dispara. Siendo los expulsados- al mismo tiempo- detritus y lubricante de esta maquinaria que avanza sobre cadáveres.

Lo que más me ha impactado de este vídeo es el final:

Me parece tan clarificador... Nos vamos a la savia que alimenta esta planta carnívora que es el sistema económico en el que estamos.Nos vamos a lo único que nos puede hacer sobrevivir:lo que nos da dinero: la publicidad. Es como un recordatorio de que sin él, sin el dinero, no podemos sobrevivir, no somos nadie. 

Y al mismo tiempo, la publicidad nos permite mirar  para otro lado,distraernos y, así, nos cuesta menos dejarnos convencer de que todo es es inevitable y que hay que esperar a que el sistema se "autorregule". Y nos vamos a publicidad. O al fútbol. O a la telebasura. A esperar que escampe el temporal.

Después de escuchar lo que esa señora ha clamado, lo único que se dice sin atreverse a mirar a la pantalla es "nos vamos a publicidad". Que es casi como decir "nos vamos a la mierda". Aunque no nos vamos a ningún lado. Estamos instalados en ella. Y para no ser conscientes, para intentar disimular su olor, nos vamos a publicidad y nos entretenemos con engañifas, como si eso nos pusiera a salvo. Como si en nuestra distracción intentáramos distraer a esa ruleta salvaje en la que estamos viviendo para que no nos llegue su dardo certero que nos expulse del sistema, que nos haga formar parte de ese ejército de desfavorecidos que han perdido la gracias de esos dioses invisibles e implacables. 
Espejismos. Mañana podemos ser cualquiera y, entonces, ya no nos cobijará más publicidad.


Hoy votan los griegos. Vamos a ver si la hecatombe llega a Europa o si un hermoso dios disfrazado de toro abre nuevas veredas en ese mar frío y gris  y nos rapta y nos descubre que hay algo más que publicidad que esperar.