sábado, 31 de mayo de 2014

La ridícula idea de no volver a verte.

Hola Rosa
Te escribo porque siempre que alguien me habla o me escribe, le respondo. Una costumbre que tengo. Y tú has estado unos cuantos días hablándome, haciéndome compañía, llegándome al corazón. Así que te escribo para responderte porque siempre lo hago, pero  sobre todo porque leerte me ha generado tantas emociones, tantas reflexiones que necesito compartir contigo, que no puedo evitar molestarte y presentarme así, como si nos conociéramos de toda la vida. Ya ves, "otra ridícula idea".Supongo que la "comunión" del dolor, tiene esas cosas.

Nadie me ha hablado  de la depresión, excepto tú, con las palabras exactas que yo he utilizado las pocas veces que me he atrevido a intentar expresarla. Y eso, no sé si estarás de acuerdo, establece vínculos tan inefables como la propia experiencia.

Así supe lo que era el dolor síquico que es devastador por inefable.Porque la característica esencial de lo que llamamos locura es la soledad, pero una soledad monumental.Una soledad tan grande que no cabe dentro de la palabra soledad y que uno no puede llegar ni a imaginar si no ha estado ahí. Es sentir que te has desconectado del mundo, que no te van a poder entender, que no tienes palabras para expresarte. Es como hablar un lenguaje que nadie más conoce.ES SER UN ASTRONAUTA FLOTANDO A LA DERIVA  EN LA VASTEDAD NEGRA Y VACÍA DEL ESPACIO EXTERIOR.  (Pg 24) ( pero viendo al alcance tu mano el espacio interior, inalcanzable ya, del que antes eras parte felizmente y del que has sido arrojada inexplicablemente y de manera que tú sientes desesperantemente definitiva.-añadiría yo)

Esa es la metáfora que he utilizado yo al intentar acercarme a ponerle nombre a aquel dolor inimaginable que me rompió hace muchos años y después del cual nunca más volví a ser la misma. No sé si puedo decir "después del cual" porque creo que sigue dentro de mí, domesticado y silente. Y por eso me da pánico mencionarlo o traerlo a la memoria. Por si despierta despiadado y certero. Por eso no pude atajar las lágrimas durante el viaje en tren en el que estrené tu libro. En ese instante supe que, en algún momento, estaría escribiendo estas líneas, hablando contigo.

Las primeras páginas me pusieron la carne de gallina en un recorrido recurrente. Ufff el título del primer capítulo
El arte de fingir dolor

Ufff la muerte..: ¿¡Pero no era un libro sobre Madame Curie?!

Tu libro me llegó la semana pasada como un auténtico doble regalo. Un regalo para mi vida y un regalo literalmente: mi amiga Marina- admiradora tuya incondicional- me lo acababa de regalar con  cuatro meses de retraso. Estaba disgustada por haber tardado tanto en dármelo. Ella no sabía que algunas cosas son como deben ser por razones profundas y sabías. ¿#Casualidades, Rosa?
¿Más #casualidades? 
Si tu libro me hubiera llegado el día de mi cumpleaños, el 1 de febrero, no habría tenido el mismo significado, ni hubiera resultado tan deslumbrante, ni tan conmovedor, ni tan terapeútico, como lo ha sido.
No te voy a contar por qué este momento es tan especial para mí porque entonces esto sería otro libro. Pero es así. Digamos que estoy en un momento triste de mi vida, lleno de inseguridad y miedo al futuro y que la muerte ha entrado en ella  y ha supuesto una experiencia perturbadora (claro). Y que me estoy preparando (¿es posible?) para otras muertes que sé que me esperan  a la vuelta de la esquina como pura ley de vida. Quiero que la muerte sea parte de la vida (una frase bien bella también recogida en tu libro), asumirla. Y tú, te haces tantas preguntas, tantas reflexiones que en lo últimos tiempos presiden mi vida,  están tan dentro de mí... que no sé por qué tengo la necesidad de compartir contigo las mías.No sé por qué siento que, de algún modo, esperas respuestas en ese vocativo que tan poderosamente me ha señalado en la lectura de tu libro (Otra "ridícula" idea)

Quería también escribirte, Rosa, porque supongo que ha sido difícil escribir este libro, aunque quiero pensar que te sentías más llena de Pablo en cada línea (si es posible cuantificar ese sentimiento). Como cuando estás enamorada en esa primera etapa (en la que te descubrió la higuera.Por cierto, más # casualidades: la higuera, su olor, su presencia es un puntal en mi paisaje emocional. Posiblemente el más fuerte) en la que necesitas nombrarle para que te recorra la emoción de amarle y llenarte de él, pues así quiero pensar que lo has sentido al escribir este libro. Así y con un dolor incisivo al tener que admitir "la ridícula idea de no volver a verle". Por eso quería también escribirte, para decirte que compartir con nosotros ese dolor y ese amor y parte de esa intimidad  ha sido tan hermoso, tan limpio y tan sanador para mí que no sé cómo darte las gracias  y cómo explicarte que tu intimidad, tu mundo con él, está preservado y enaltecido en este crisol que has construído de sinceridad y emociones. Tu dolor ha acariciado otros dolores y la suma de todos ellos no produce más dolor. Paradójicamente nos ayuda a reconciliarnos con él y con la muerte. Bueno, al menos a mí.


Te preguntas qué  sentirá una persona cuando se está muriendo... yo también me lo pregunto y me digo que es de esas experiencias que por mucho que se describan es imposible imaginar y que cada quien vivirá de modo diferente. Hay una adagio que no sé si es la frase de alguien, que dice que una persona muere como ha vivido. Y me da miedo, Rosa. Porque yo no sé vivir, creo. Quizá por ese vacío en el que me precipité -y  que tan bien describes- que todo lo trastocó, quizá por cobardía...pero no sé vivir y temo tener una muerte tan oscura como la depresión que no supe entender y que al contrario que tú, no me alegro de haber experimentado.

Yo también escribo. Una de las razones por las que mi amiga se acordaba de mí cuando te leía y sabía que tu libro debía llegar a mis manos es porque, dice, escribo de una forma similar a la tuya (¡vaya piropo!Mi amiga me quiere mucho). Así es como veo yo la muerte, 
Rosa,  un desvalimiento total.
Así es como la expresaba días antes de leerte: La muerte 

No sé si has visto la película DESPEDIDAS Te la recomiendo. En este enlace está la entrad de mi blog que habla de ella DESPEDIDAS

Quiero por último compartir contigo un dolor menor que me acompaña desde hace ya demasiado tiempo. Quiero compartirlo contigo porque tal vez me entiendas ya que para ti, supongo, la palabra es ese mundo en el que descansar y sentir y respirar. Para mí lo es. Si embargo siento que últimamente no me ayuda a conectar con los demás. Siento que no nos escuchamos y cuando lo hacen no sienten ninguna necesidad de acompañar a mis palabras. Las dejan ahí, solas, huérfanas. L palabra inútil. Parida con esfuerzo y mucho amor y abandonada. Por eso me siento sola y triste y no cuento con más armas para este combate. Estoy desarmada. En todos los sentidos.



Creo que podría seguir escribiéndote, hablando contigo, durante días. Tal es el cúmulo de emociones y pensamientos que se han sentido acompañados por los tuyos. Y posiblemente lo haré en mi blog. Seguiré digiriendo todo ello, cada una de esas ideas en mi blog del que te he adjuntado dos entradas y en el que estás invitada a pasearte si así lo consideras, claro.
 Entiendo que si tuvieras que leer todo lo que te llega de tus seguidores no harías otra cosa y este email ya es demasiado largo como para terminar de leerlo. SI así es te lo agradezco muchísimo: será otro regalo que me haces. 

Rosa, muchas gracias y enhorabuena por tu generosidad y valentía.
Un beso
Esther
PD: Me pregunto qué sentiría y pensaría Madame Curie al ver publicado su diario de luto. ¿Tú no?












 Y el colofón a este maravilloso encuentro en la Feria del libro de Madrid