viernes, 3 de enero de 2014

Un simple "Tute". Feliz 2014

Empiezo el año dolorida.Me levanto con cierta tensión en los cuádriceps. Es un dolor reconfortante porque es la consecuencia de mi gran disfrute de fin de año: corrí parte de la San Silvestre a pesar del frío (y de mi años).
No puedo explicar la emoción que siento al correr esta carrera. Me emociona correr por un Madrid sin coche, oscuro, iluminado con las luces navideñas. Me emociona el río de personas que me acompañan formando una lengua monocolor -rojo este año-, compartiendo la satisfacción de un trote divertido y gratificante. Me encanta saludar a la Puerta de Alcalá desde donde nunca es posible hacerlo.
Me emociona el público que cada año nos anima incansable. Me emociona el Paseo del Prado silencioso y especialmente fresco con la puerta abierta de una Atocha sin tráfico que nos recibe engalanada de morados árboles luminosos. Este año mi carrera terminó aquí. Satisfecha y cansada porque siempre corro a un ritmo mayor del habitual como llevada en palmitas por el resto de corredores que tiran de ti sin darte cuenta. Me encanta la sensación de recorrer un Madrid silencioso, festivo e iluminado en este día de inevitables balances.

Vuelvo a casa en tren, cansada y sudorosa; deseando entregarme a una ducha hirviendo que me devuelva la temperatura que poco a poco voy perdiendo. 
Y después, ceno con apetito en esa cena con los abuelos en la que agradezco a la vida poder seguir disfrutándola con ellos.
Una cena que recibo gustosa y me reconforta del esfuerzo realizado.
Tomamos las uvas y brindamos por un buen año. Pedimos salud y que estemos todos el próximo año y no son palabras rituales. 


Me levanto, pues, dolorida. Es un día 1 frío, gris, lloviznoso. Acompaño a mi madre a misa, como cada año. Mientras ella reconforta su alma, yo decido no ir a correr y simplemente pasear bajo la lluvia. Las calles están dormidas. En medio de un silencio sobrecogedor, paseo por el parque mojado que me recibe oloroso flanqueado de sus desnudos y plateados árboles.

Esa paz... El inicio del año siempre se abre ante mí como un abismo. Nunca me gustan esos primeros días. Quizá porque siento que el tiempo avanza y yo no. Me siento rezagada en la carrera de la vida y no sé bien por qué o como sentirme mejor. 

Recojo a mi madre en la iglesia. La veo venir hacia la puerta y sé que debo beber estos momentos como únicos. La llevo a dar un paseo. Casi como parte de la liturgia. La mía propia, sin que ella sospeche minímamente lo mucho que significa para mí comenzar con ella del brazo este nuevo año.

Volvemos a casa donde nos espera el olor del cordero (el cordero de Ignacio, nuestro carnicero, que amenaza con abandonarnos el próximo año- se jubila-) asándose en el horno, el cierre del concierto de Viena, la cara cansada de mi familia que ha dormido poco y a deshora... 

Comemos mucho y bien y la tarde se presenta suculenta para una siesta reparadora. Yo, sin embargo, me siento con los abuelos y los veo jugar al Tute.Algo que hace años podría haber sido el paradigma del aburrimiento para mí, se presenta este año como un regalo. Estar con ellos, ver cómo se divierten y cómo reflejan en su forma de jugar su propia personalidad. Juegan las mujeres contra los hombres. Mi suegro que no puede callarse ni dejar de fanfarronear, mostrando su enfadado o su satisfacción. Mi padre que no abre la boca ni expresa ninguna emoción y juega limpio sin molestar ni malmeter. Mi madre que necesita contar lo mal que le han llegado las cartas e intenta a toda costa comunicarse ilegalmente con mi suegra para ganar. Mi suegra que de pronto no dice nada como ruge como un león.
Disfruto y me río con ellos y no quiero que se vayan. Sé que pasan muchas horas solos con sus enfermedades y sus miedos y ahora les veo conjurarlos con una alegría infantil que neutraliza los muchos años que tienen ya.


Acabamos el día recogiendo. Con un sabor agridulce de irrealidad y cansancio ante el absurdo de unos días que sirven de pretexto para fingir que todo empieza de nuevo cuando sabemos que  nada empieza realmente con el nuevo año y que todo puedo acabar en cualquier momento.