martes, 21 de enero de 2014

Otra vez a vuelta con los baberos

Esta vez me lo perdí porque no es de acceso a los padres el evento. Sin embargo no he parado hasta conseguir este vídeo, dando la lata al tutor. 
El sonido es malo pero no me importa.

Es la actuación de navidad de 2013
Raúl actúa en el minuto 0:30  0:49   1:07 más o menos.





Bravo, Campeón

miércoles, 15 de enero de 2014

Aquí llega el sol...


Supongo que hay emociones a las que uno no se puede acercar con la imaginación. No sé por qué me surgen emociones negativas cuando busco ejemplos de este tipo.
 Nadie puede imaginar, ni saber cómo reaccionaría, como viviría emociones muy fuertes que desestabilizan, que rompen tu mundo y te trasladan a otro de vértigo e incomprensión.
 Nadie debería opinar alegremente sobre determinadas situaciones y mucho menos juzgarlas.

Es muy difícil ponerse en la piel de una persona que está viviendo una depresión.
Y quizá deberíamos dejar de usar esa expresión "estoy depre" tan superficialmente. Nadie que no haya vivido este desajuste de la realidad puede ni entrever la pesadilla convertida en tela de araña en la que se convierte la vida.
Imagino que se puede extrapolar a cualquier otro tipo de enfermedad mental, aunque quizá no todas se vivan con el mismo grado de conciencia y sufrimiento.


Es imposible hacerse cargo del dolor de unos padres cuando su hijo está enfermo y le ven sufrir.No puedo ni casi mencionar la idea de perderlo.

Ver a un ser querido sufrir por cualquier dolor del cuerpo o del alma.




Es muy difícil acercarse al miedo y la tristeza de una persona que sufre una enfermedad grave.
Y vive su vida condenada a hospitalizaciones, rehabilitaciones, tratamientos, medicinas...







Es casi impensable poder sentir la angustia, la desesperación de una persona sin trabajo.
El paro va corroyendo al individuo y le va desvalijando de su personalidad, sus ilusiones, su vida.
Esta pesadilla es demasiado común en este país en este momento, así que mucha gente no necesita imagina: sabe de lo que hablo. O del miedo a perder inminentemente  el trabajo que ahora tiene.
Mucha gente sabe lo que desgasta pasar horas en la oficina de (des) empleo, verte inmerso en una burocracia que te ahoga entre papeles y no te da opciones ni horizontes. Esperas tu turno en una rueda de la que no puedes apearte, pero que no te garantiza nada más que desazón.

 Por eso me ha emocionado, sorpresivamente, este vídeo que he encontrado por casualidad en Internet. Se trata de esto tan moderno que se llama ahora un Flashmob que no es más que "repentizar", improvisar una actuación (que ha sido previamente preparada) en un medio público poco común, y sorprender a los que en ese momento están allí.
 En este caso ha sido un Flashmob en una oficina de empleo de Madrid.




Es una actuación muy simple pero muy buena, en la que se van sumando diferentes actores. La canción también es muy simple, muy hermosa, y su letra y su mensaje no podrían llegar a un lugar mejor. Un mensaje de luz, de ilusión, de optimismo tras un momento de oscuridad. Un lenguaje cálido y luminoso para quienes están en un túnel del que no ven forma de salir. 

Es simple música, son simples palabras. Es una caricia simple en un lugar árido e inhóspito que simboliza la pesadilla en la que se ha convertido tu vida. Es una tregua en medio de una lucha desigual. Es un simple regalo que calienta el alma por un momento  y te recuerda que tú, además de un parado sin esperanzas, eres una persona hermosa que está llena de emociones y de posibilidades. Y que te recuerda que debes seguir luchando para que , al menos, no te arrebaten tu capacidad de emocionarte y de compartir emociones, simples pero fundamentales. 
Aquí llega el sol...y no soy la única emocionada

jueves, 9 de enero de 2014

Mis zapatillas mágicas

Este año los Reyes me han traído unas zapatillas mágicas. Son unas zapatillas azules preciosas. Aterciopeladas, confortables, suaves, dulces... unas "Platero" de zapatillas.


Pero también, son mágicas. Porque mis zapatillas además de llevarme a un mundo cálido y acogedor; además de reconfortarme al llegar a casa, hablan. Mis zapatillas hablan y me han dicho un montón de cosas importantes. Cosas que yo no sabía entender ni ver y que ellas me han aclarado con tan solo llegar hasta mí. 

Mis zapatillas mágicas me han dicho que mi hijo no es el niño egoísta que solo piensa en él. Me han dicho que es generoso y quiere complacer. Y por eso la mañana antes de Reyes, se puso el despertador, se levantó antes que nadie y se marchó a pie y en metro a comprar una sorpresa para nosotros.

Me han dicho que mi hijo piensa en mí, en lo que podría gustarme y,además, acierta. Porque como me han dicho mis zapatillas, mi hijo me escucha y por eso, sabe lo que me gusta y lo que puede hacerme feliz. Sabe que me apasionan las sorpresas y los detalles. Y él me ha regalado todo eso hasta el punto de poner mi mundo del revés.

Me han dicho, pues, que mi hijo está pendiente de mí. Sabe mi número de pie, se molesta en comprobarlo para no fallar. Se fija en lo que necesito y quiere cubrirlo. Sin importarle el precio o sin regatearlo. Mis zapatillas me han dicho que mi hijo no se ha vuelto en el perfecto egocéntrico que parece a veces.Que sigue siendo el niño que no pide nada y está dispuesto a desprenderse de lo suyo para complacer a los que le rodean. Como era desde pequeño.

Me han dicho que me escucha y me quiere, que no me detesta.
Soporta mi mal humor, mi presión, mi continua recriminación ante su desidia que no comparto y me amarga la vida. Y tal vez no sabe cómo hacerlo mejor. Pero al menos no me odia como siento a veces y piensa en mí y piensa en mí con cariño. Es consciente de mi malestar y quiere ayudarme a superarlo. "¿Por qué crees que te ha regalado, junto con nosotras, esas sales de baño?" me dicen, entusiasmadas, mis zapatillas. Porque te ve agotada muchos días y lo siente y quisiera una vida más dulce para ti. Así me lo corroboró Raúl al abrir el paquete: "Para esos jueves en los que no puedes más. Para que te des un baño y descanses mejor".




Me han dicho que sabe organizarse y buscar lo que quiere.

Sabe renunciar a sus preferencias para sorprendernos y darnos una alegría.

Y me han dicho algo más importante. Que mi hijo me necesita. Me tiene en cuenta y soy importante para él. 

Y nada, nada en este mundo podría haber sido más relevante para mí. Ningún otro regalo me podría haber emocionado tanto y hecho tan feliz. Un vendaval de emociones me llegaron con las zapatillas más lindas del mundo.Y me cambiaron la vida.

Siempre ha sido un día especial para mí, pero este día de Reyes ha sido único. Porque he recuperado, completamente emocionada, la alegría de vivir; y he comprendido un montón de cosas que malinterpretaba y no podía ver y que me hacían mucho, mucho daño. Lo que veo no es lo que es y tengo que aprender a traducir el día a día en otra clave. Más amable, con más confianza y amor. Y lo estoy consiguiendo porque cuando se me olvida y vuelvo al lenguaje de la frustración y el desencuentro, acuden a mí mis zapatillas y me ayudan a traducir todo eso que me enerva en clave de consideración y respeto. Porque he sentido eso con ellas: que me consideran, me respetan y me quieren . Y llevaba mucho tiempo sin sentirlo así, sin saberlo ver.

Mis zapatillas son mágicas porque me hablan. Y porque me han ayudado a recuperar a mi hijo, que siempre ha estado ahí paciente, generoso, amable pero que yo no podía ver ofuscada en mi propios miedos e inseguridades. Quizá, como siempre, demasiado centrada en mis emociones, bloqueada sin poder discernir las de los que me rodean.

Mis zapatillas mágicas me han devuelto una parte maravillosa de mi vida que yo estaba ahogando en tristeza y desesperación y que siempre estaba ahí.


Mis zapatillas me hablan pero yo a ellas también y les he dicho algo que creo que ya sabían, como yo.

 Que Raúl es una persona maravillosa que está en plena adolescencia descubriendo mil cosas y sin forma de canalizarlas ni de saber cómo vivirlas; impedido para las menudencias que a mí me crispan y no acabo de transigir.

Que es generoso, como siempre ha sido; inteligente como solo las personas que se adaptan y saben relativizar, son. Nada protagonista ni ególatra. Consciente de lo que pasa en casa y activo en ello. 

Que no es rencoroso y sabe anteponer el cariño y el buen rollo, a la propia frustración y a la injusticia.

 Que quiere preservar su intimidad para no sentirse juzgado ni limitado, pero que en muchas ocasiones le gustaría contar con mi opinión y mi apoyo. 

Y yo no sé cómo decirles a mis zapatillas lo mucho que quiero a esta personita y lo necesaria que es para mí. Ojalá ellas puedan hacerle llegar todo ese amor que me desborda y que desde el dia 6 me llena los pulmones de alegría y de necesidad de estar con él.


Gracias, Raúl. Por ser como eres y por darme lecciones de todo tipo cada día. NO te imaginas el mundo que me has regalado ni en qué momento me llega.

Te quiero

Mamá



viernes, 3 de enero de 2014

Un simple "Tute". Feliz 2014

Empiezo el año dolorida.Me levanto con cierta tensión en los cuádriceps. Es un dolor reconfortante porque es la consecuencia de mi gran disfrute de fin de año: corrí parte de la San Silvestre a pesar del frío (y de mi años).
No puedo explicar la emoción que siento al correr esta carrera. Me emociona correr por un Madrid sin coche, oscuro, iluminado con las luces navideñas. Me emociona el río de personas que me acompañan formando una lengua monocolor -rojo este año-, compartiendo la satisfacción de un trote divertido y gratificante. Me encanta saludar a la Puerta de Alcalá desde donde nunca es posible hacerlo.
Me emociona el público que cada año nos anima incansable. Me emociona el Paseo del Prado silencioso y especialmente fresco con la puerta abierta de una Atocha sin tráfico que nos recibe engalanada de morados árboles luminosos. Este año mi carrera terminó aquí. Satisfecha y cansada porque siempre corro a un ritmo mayor del habitual como llevada en palmitas por el resto de corredores que tiran de ti sin darte cuenta. Me encanta la sensación de recorrer un Madrid silencioso, festivo e iluminado en este día de inevitables balances.

Vuelvo a casa en tren, cansada y sudorosa; deseando entregarme a una ducha hirviendo que me devuelva la temperatura que poco a poco voy perdiendo. 
Y después, ceno con apetito en esa cena con los abuelos en la que agradezco a la vida poder seguir disfrutándola con ellos.
Una cena que recibo gustosa y me reconforta del esfuerzo realizado.
Tomamos las uvas y brindamos por un buen año. Pedimos salud y que estemos todos el próximo año y no son palabras rituales. 


Me levanto, pues, dolorida. Es un día 1 frío, gris, lloviznoso. Acompaño a mi madre a misa, como cada año. Mientras ella reconforta su alma, yo decido no ir a correr y simplemente pasear bajo la lluvia. Las calles están dormidas. En medio de un silencio sobrecogedor, paseo por el parque mojado que me recibe oloroso flanqueado de sus desnudos y plateados árboles.

Esa paz... El inicio del año siempre se abre ante mí como un abismo. Nunca me gustan esos primeros días. Quizá porque siento que el tiempo avanza y yo no. Me siento rezagada en la carrera de la vida y no sé bien por qué o como sentirme mejor. 

Recojo a mi madre en la iglesia. La veo venir hacia la puerta y sé que debo beber estos momentos como únicos. La llevo a dar un paseo. Casi como parte de la liturgia. La mía propia, sin que ella sospeche minímamente lo mucho que significa para mí comenzar con ella del brazo este nuevo año.

Volvemos a casa donde nos espera el olor del cordero (el cordero de Ignacio, nuestro carnicero, que amenaza con abandonarnos el próximo año- se jubila-) asándose en el horno, el cierre del concierto de Viena, la cara cansada de mi familia que ha dormido poco y a deshora... 

Comemos mucho y bien y la tarde se presenta suculenta para una siesta reparadora. Yo, sin embargo, me siento con los abuelos y los veo jugar al Tute.Algo que hace años podría haber sido el paradigma del aburrimiento para mí, se presenta este año como un regalo. Estar con ellos, ver cómo se divierten y cómo reflejan en su forma de jugar su propia personalidad. Juegan las mujeres contra los hombres. Mi suegro que no puede callarse ni dejar de fanfarronear, mostrando su enfadado o su satisfacción. Mi padre que no abre la boca ni expresa ninguna emoción y juega limpio sin molestar ni malmeter. Mi madre que necesita contar lo mal que le han llegado las cartas e intenta a toda costa comunicarse ilegalmente con mi suegra para ganar. Mi suegra que de pronto no dice nada como ruge como un león.
Disfruto y me río con ellos y no quiero que se vayan. Sé que pasan muchas horas solos con sus enfermedades y sus miedos y ahora les veo conjurarlos con una alegría infantil que neutraliza los muchos años que tienen ya.


Acabamos el día recogiendo. Con un sabor agridulce de irrealidad y cansancio ante el absurdo de unos días que sirven de pretexto para fingir que todo empieza de nuevo cuando sabemos que  nada empieza realmente con el nuevo año y que todo puedo acabar en cualquier momento.