jueves, 24 de febrero de 2022

Póthos

 

Desierto de Atacama, Chile

“Pon todo lo que eres en lo mínimo que hagas”.
Fernando Pessoa


La lengua griega tiene una palabra: póthos. Es el deseo de lo ausente o lo inalcanzable, un deseo que hace sufrir porque es imposible de calmar. Nombra el desasosiego de los enamorados no correspondidos y también la angustia del duelo, cuando añoramos de manera insoportable a una persona muerta.

(El infinito en un junco, pg 32)





Lo insoportable, lo único posible

 Lo insoportable era lo único posible.

 Hablar de ti. Oir tu nombre.  Estar con algunos de los que te querían. Impregnarse de tus montajes. De la fuerza de tu convicción.

Ha sido terriblemente difícil. Querer vivir ahí el resto de mi vida y querer salir corriendo, en estampida.

Rodeada de gente que te conocía y que te llora. Y en medio tu vacío. Tu ausencia. Como nunca antes la había sentido.

Cuánta desesperación en todo lo que hago desde que sé que no estás. Cuánta autocomplacencia. Cuánto tumbo cegado por el dolor. Como la chica que ha leído su poema, a trompicones busco a "la madre" que me cobije, que me explique que nada pasa, que me asista en tanto tropiezo. A trompicones intento asideros. Lanzo puentes de papel que se quiebran en la imposibilidad de recuperarte de ningún modo.

He escuchado a la gente hablar de ti, radiografiarte. Quien te conocía, te sabía. Eras transparente. Auténtico. Insustituible. Ha sido hermoso escucharte en otros. Encontrarte en los otros. Respirar tu vacío en el recuerdo de los otros. 


MI orfandad ha sido enorme. Todos los que estaban allí compartían contigo proyectos que les unían a ti y entre ellos. Eras la amalgama que los entretejía , en cuya red se mecen ahora. Te tienen en lo que construiste con ellos. En el sendero que hicisteis juntos y que se ven impelidos a seguir. Mano a mano. Contigo y "sintigo". Difícil pero prodigioso.

Yo caigo sin red. Yo sólo compartía contigo la vida. Y ahora ya no la tengo. Me precipito en tu falta, sola. Sabiendo que nadie puede intuir lo que los dos trenzábamos en nuestros corazones y cómo ahora se deshilacha el mío.

Sabía que podía ocurrir y ha ocurrido. Me he sentido profundamente sola, lanzada al espacio. Perdida. Sin otra opción.

Y me revuelvo ante todo esto y me enjugo rabiosa sabiendo que nada de todo esto que me destroza para siempre tiene ninguna importancia. ¿Sabes por qué, Cesitar mío? Porque tú ya no estás. Y eso es lo único importante.

Te quiero, mi amigo. Mi César. Mi amor.