martes, 13 de diciembre de 2016

Briznas de felicidad

Mi hijo baila salsa con Miko.
Mi suegra me ayuda a desenredar un ovillo que estoy tejiendo.
Mi madre mide un paño tejido en un maravilloso ganchillo que ha hecho para mí.
Miko se acurruca en mi regazo y me regala su mirada serena e incondicional.
...


Hoy la niebla nos impide ver.
Densa, fantasmagórica, distorsiona la realidad, amplía los sonidos y tiñe todo de una gelatina amenazante. Sus dedos fríos te recorren a través de las capas de abrigo que no logran protegerte de su humedad. Una especie de útero dentellado.

A mí me parece hermoso. Vagar entre esa fría bruma. Expuesta a su intemperie. 
Quizá porque la vida - y mi vida- se me parece mucho a un páramo inhóspito y se siente acompañada en ese helor.

Por eso siento el regusto de cierta felicidad al recordar instantes que colecciono como maravillosas vivencias únicas. Como cuando te llevas una brizna de hierba a la boca y acaricias en su sabor todo el esplendor de las pequeñas cosas.