miércoles, 11 de abril de 2018

LO QUE MÁS DUELE ES CÓMO ME MIRAS

LO QUE MÁS DUELE ES CÓMO ME MIRAS
Y yo, papá, ¿cómo te miro?
Te he mirado con estupefacción al ver que no comprendías tu enfermedad ni lo que te iba a suceder.
Te he mirado con indignación al ver el egoísmo y las acusaciones que me has regalado a manos llenas e injustas, me dicen que propias de tu enfermedad.
Te he mirado con enfado y rabia al ver que no asumías tu enfermedad y que nada hacías para combatirla. Casi con odio al ver cómo rechazabas todo lo que te proponía, que era mucho, para luchar y ralentizar lo inevitable .
Te he mirado y te miro con pavor al dejarte en una residencia porque perdiste toda la movilidad y la capacidad de razonar y te ponías en peligro y ponías en peligro a los demás.
Te he mirado, y te miro, con culpa. La culpa que siento por no poderte dar lo que necesitas. La culpa por no poder devolverte lo que necesitas. Devolverte a tu casa, a tu vida. La culpa por no tener en mis manos esa posibilidad. Una culpa absurda y devoradora sobre algo de lo que no soy responsable y con lo que he bregado hasta la extenuación.
Te miro con la tristeza infinita de verte desvalido, todavía sin comprender por qué.
Te miro con cobardía por no ser capaz de alegrar tu vida cada día, anegada la mía de preocupaciones y gestiones que tú ni imaginas. Todas por y para ti.
Te quiero mirar con todo mi cariño ahora que también te has roto la cadera, encerrado de nuevo en tu propio cuerpo y en el miedo a no poder volver a caminar. Y no sé si lo consigo después de tanto desencuentro, tanta amargura.
A mí también lo que más me duele es cómo me miras. Porque no puedes ver todo lo hecho para tu bienestar y tu mejoría. Porque no puedes entender cómo he luchado para que todo fuera lo mejor posible cuando tú decidiste dar muy tarde la batalla.
Lo que más me duele es cómo miras sin ver que la pesadilla que es ahora tu vida, es la mejor de las vidas posibles que te puedo dar sin tener que ser yo quien te la diera.
Lo que más me duele es no saber cómo miras cómo te miro.
Espero que en lo profundo de tu corazón veas cómo te miramos y te cuidamos llenos de ternura y dedicación.
DIAMUNDIALDELPARKINSON.ORG

sábado, 7 de abril de 2018

OSCAR

Hola Oscar
El sábado estuve viéndote. Muy cerquita. La verdad es que me pareció que eras muy maduro para algunas cuestiones por eso creo que te puedo hablar así, de tú a tú.
Puedo hablarte y lo necesito porque eres un personaje de ficción. Si fueras un niño de 10 años que ha muerto de verdad sería incapaz. Porque yo,que tengo muchos más años que tú, tengo cierta incapacidad para asumir  la realidad.
Por eso a mí también me parece buena idea o al menos útil, creer en Dios si eso sirve para vivir y morir mejor.
  A mí, no te creas, en la obra me sobra.Dios, digo. Pero entiendo muy bien lo que te aconsejó Mami Rosa: escribe y pide un deseo.  Suelta todo eso e inventate una ilusión cada día que sea tu motor para poder seguir adelante con coraje. Eso es dios, creo. Y la ilusión de que, de verdad, te escucha.

Para mí escribir es terapéutico, por eso te estoy escribiendo aunque me daba un poco de vergüenza porque muchas veces pienso como tú: 

​ A veces pienso que escribir es una mentira enorme. Porque no sé decir ni transmitir lo mismo de otra manera y porque los que me leen no responden, no dicen nada. 

Sin embargo, yo al revés que tú, cuando estoy muy apurada no puedo escribir. Por eso te doy las gracias. Porque gracias a ti, a ese viaje que haces en 14 catorce cartas , 12 días y 120 años yo hoy puedo escribir.

Creo que con tus cartas lo que gritabas era la necesidad de que te escucharan de verdad. De que entendieran qué pasaba dentro de ti, sin autocompasión ni miedo. 

Te empeñaste en saber la verdad. Yo no sé si quiero saberla. La busco, no la eludo pero no sé si, llegado el caso, quisiera que me la dijeran. A ti saberla, te permitió vivir 120 años, toda una vida. A mí tal vez me bloquearía y el pavor me haría morir en vida cuando ya no quedara más esperanza. De hecho y ante cosas mucho más nimias  que tu cáncer y siendo una privilegiada , es lo que hago: malvivir.
Entre otras cosas porque, como tú, me siento muy solo. Rodeada de gente que me quiere y que me cuida pero que no comprende lo que digo ni lo que siento y necesito. Y por eso callo. Y por eso, creo que me pasa lo te decía Mami Rosa:
Yo los confío y me parece que caen en un saco roto de falsa empatía: "Ánimo" "Es la vida" "Tienes que asumirlo" "Tienes que vivir y dedicarte a ti". Palabras... estas no son escritas pero sí que son un regalo que consiste solo en el papel de regalo.  Y me sigo quedando con todos esos pensamientos que apestan y me confunden, pero además, expuesta, desnuda, más desangelada. Así que vuelvo al silencio.

Y lo malo de todo esto, Oscar, es que yo no estoy llena de amor y de dolor, como Mami Rosa. Ella estaba llena de amor hasta explotar y deshacer el dolor insoportable. Yo estoy llena de rabia, de impotencia...estoy enfadada con el mundo y sus papeles de regalo. Y quiero estar sola porque ¿sabes? creo que hago daño. Y me lo hacen. 

Y eso es lo que vi en ese escenario, Oscar. A mí, llena de ira. Cuidando a sus seres queridos pero llena de amargura y cobardía, contaminándolo todo.
 Quizá, un día, descubra esa primera vez y pueda recobrar la serenidad y experimentar, sentir, lo que sé muy bien que es pero no logro sentir: la felicidad de existir. Que también te tengo que decir que, independientemente de nuestras penurias, echar un vistazo ahí fuera te lo pone bien difícil. Lo de ser feliz, me refiero.

Mientras tanto me acuno en la naturaleza, en mi perro, Miko, en el arte: la literatura, la música,el cine...y lo que más me emociona es el teatro. Ver a una persona defendiendo un texto, entrando y saliendo de tantas pieles como hace Yolanda aquí, incluso si me hablara en ruso y no la entendiera, me parece algo inefable. Y sí, como se dijo en ese hermoso texto sobre el Día del teatro, para mí es como un ritual. Un encuentro donde lo más importante del ser humano se comparte y fortalece y , durante algunos minutos, no me siento tan sola. Sería fantástico que después de cada obra de teatro hubiera un coloquio donde expresar todo eso que nos llevamos y que sigue siendo teatro, siempre y para siempre.

Te hablo a ti, Oscar, porque no eres real, ya te lo he dicho.  Y es que colaboro con una asociación que lleva música en directo a los hospitales"MUSICA EN VENA" se llama, y he visto a muchos Oscar en los hospitales. Y es otra de esas muchas cosas que no sé asumir. Es la injusticia y el dolor en grado sumo y sé que hay muchos Oscar que , como tú, saben ganar la batalla convirtiendo su muerte en una cosecha de amor y de alegría. 

Creo que tú sembraste en mí la semilla de ese amor que debo regar y cuidar al tiempo que me cuido yo para dar a los que cuido y tanto me preocupan no solo mis desvelos, sino lo más importante: amor. Amor para hacerles la vida más dulce y para llenar mi corazón encogido de miedo, impotencia y desesperanza. De momento el agotamiento y la tristeza y la rabia no me lo permiten. Pero intentaré pensar en ti para ir consiguiéndolo.

Un beso Oscar. Dile a Yolanda que casi dolía verla cambiar de registro en ese trabajo soberbio.