sábado, 11 de abril de 2015

Una hechicera

Llegó como me gusta que lleguen las bondades de la vida, por sorpresa, sin buscarlas. Joaco me propuso ir a un concierto y yo, admirada y sorprendida, no dudé en aceptar.
El concierto era de ella y de un quinteto de cuerda.


Ella llenó la sala con su voz y conectó con algo profundo y esencial dentro de nosotros. Su voz es un torrente que te lleva por cauces sorprendentes, recorriendo todos los paisajes, haciéndolos nuevos y ancestrales al mismo tiempo. 

Después de escucharla estoy segura que los hechiceros de la tribu en los originarios poblados de seres humanos primitivos lo fueron por su forma de conectar con los demás a través de la voz. Como ella. 

La escuchas y el mundo se para. No existe. Solo existe ella y a veces hasta te gustaría acallar a los instrumentos que la acompañan para solo perderte en ese prodigio.

Yo, que necesito de la palabra para todo, sé de su impotencia para expresar algunas experiencias. Sé que no pueden llegar donde he estado, y no pueden comunicar lo que he sentido. Y su impotencia es la mía. Como ahora. Que no puedo expresar lo que vivimos esta tarde en la que Silvia Pérez Cruz, una desconocida para mí, se instaló dentro de mí para quedarse para siempre. Removiendo lo que soy y lo que puedo ser al sentir y estremecerme con una voz bella, profunda,maravillosa. Al dejarme mecer por su canto limpio y creador de un mundo perfecto y feliz donde solo hace falta cerrar los ojos y escuchar. Escucharla. Sentir.

Cerremos los ojos, pues. Aquí la tenemos.