viernes, 18 de junio de 2021

BIenvenida a casa

 Me descubro continuamente emocionada.

Me acechan las emociones como duendes que habían perdido la senda y salen a mi encuentro.

Me pierdo en ellas.

Me desbordan.

Atemorizada, las recibo sumisa; como la única labor a la que entregarme.

Demasiado tiempo que mi corazón no se esponjaba y mis ojos no se aguaban.

Hermosa colada de risueña espuma. Hoy. 

Que me conduce sobrecogida y feliz a ninguna parte más allá de donde estoy.

¿Cuánto tiempo sin sentir esa plenitud?

¿Cuánto tiempo sin mí , sin la verdad?

Musito estas palabras temerosa de deshacer el hechizo.

Embrujada en mi turbación, la acaricio para que no se enturbie.

"Si te quedas", le digo, "seremos felices. Solo por respirar".

Me pregunto si abandonar los fármacos no haya sido la decisión más valiente y sabía.

Coraza que me separaba de mi esencia. 

Coraza que me impedía sentir. El dolor. La emoción.

Roguemos silenciosos para no necesitarla nunca más.

¿Podrá la emoción protegerme del miedo y del sufrimiento?

Le pido mucho. 

Tal vez, solo que no me abandone más.

"Fuiste tú", me reprocha. 

Y puede que tenga razón.

No me quedó más remedio que adormecerla para poder sobrevivir.

A veces la única forma de no morir es dejar de sentir.

A veces la única forma de no vivir es dejar de sentir.

Te doy la bienvenida. 

Bienvenida a casa.


Irene Vallejo: Luz, luz, luz.

Pasan los años y quedan pocas certezas. 

Puede parecer contradictorio, pero es la realidad.

Pocas certezas. Quizá tan pocas como importantes,como únicas.

La certeza de la emoción, por ejemplo.

Ningún aprendizaje lo será si no pasa por la emoción. Así es para mí.

Cada vez más intensa la certeza del aprendizaje de la emoción.

Tiembla mi "alma" y yo crezco. Me nutro. 

Y sé que es lo único importante.

Por eso cuando alguien logra emocionarme, me enseña algo. Siempre.

Lo que supone una revolución es que alguien, cada vez que se expresa, que habla, que escribe... haga emoción de todo lo que toca. Como una maga. Una maravillosa bruja buena.

Amo a esta mujer. No la conozco. No he leído su libro (me espera este verano como un placer que aplazo para disfrutarlo también en la espera). La admiro y la necesito cerca.

Amo su sabiduría, su dulzura, cómo acaricia las palabras y las entreteje para crear en cada sintagma pura emoción.

Surgen personas así y para mí la vida comienza. Soy joven otra vez. Quiero vivirlo todo y todo lo espero de la vida.

Gracias, Irene. Eres un regalo de la vida. Ya para siempre