miércoles, 17 de julio de 2013

LA PIEDRA


La miro y , de algún modo, me doy cuenta de ella. Está ahí desde mucho antes de que yo viniera a este mundo, a su mundo. Mi madre también la recuerda siempre ahí. Ella es todo lo que queda del paisaje que conformaba.


Ahora que logro verla desde fuera, me pregunto cómo la interpretarán las personas para las que ella no significa nada. Una incongruencia, un sinsentido, la absurdez de un obstáculo que nada tiene que ver con su entorno. Supongo.
Sin ninguna utilidad, sin razones estructurales o estéticas que la expliquen, ¿qué hace ella ahí? Es un símbolo hermoso. Porque es verdad, es todo eso: un obstáculo en el camino, sin función ni belleza aparente que interrumpe y rompe, sin ninguna utilidad el entorno en el que se encuentra. Y sin embargo encierra tantas emociones...

¿Por qué está ahí? Porque siempre lo estuvo, porque siempre fue parte de este patio  en el que escribo y en el que he pasado muchas horas de mi vida. Un patio del que mi madre solo la pudo salvar a ella. Ella representa lo que la remodelación del patio se llevó por delante: el brocal de un pozo que en algún punto, debajo de nuestros pies, dormita todavía fresco y oscuro. Una higuera frondosa que nos regalaba sombra, olor, higos dulces con los que desayunábamos al dar los buenos días a los pájaros cantarines- sus habitantes- que cada mañana nos despertaban con su armonioso estruendo. 
La piedra fue lo único que sobrevivió a la desaprensiva y nada profesional acción de un pésimo y estafador albañil que, en ausencia de mis padres, arrambló con todo el patio que mi madre quería conservar como estaba. Todo excepto la piedra. 

Y esa piedra es ahora la piedra y la higuera. La piedra y el pozo. La piedra y los pájaros que ya no nos despiertan.Es la piedra y cada uno de los muchos miembros de mi familia que, estoy segura, nos hemos sentado alguna vez sobre ella.
La piedra es la piedra y es mis abuelos que trabajaron para levantar esa casa y vivir en ella y la pusieron ahí hace mucho ya, seguramente como un asiento natural en el que disfrutar de su patio.

Esta piedra sobre la que cualquiera que no sepa nada de ella pensará que es absurda e incómoda, es todo un mundo. Ella estaba allí antes que todos nosotros y , desapercibida, es parte del universo emocional de mi madre. Y esta noche del 18 de julio de 2013 he descubierto, impactada, que forma una parte fundamental del mío también. 

Mi madre se aferró a ella para que no le arrancaran un mundo que la sostenía y la protegía. Ahora la piedra se lo devuelve humilde y plena de sentido.

 Yo, que siento cada día cómo tengo que ir despidiéndome de tanta vida que me sustenta, también me aferro a ella para retener todo eso que un día no tendré.