miércoles, 1 de marzo de 2017

Agua entre las manos

Hace tiempo que reflexiono sobre "las últimas veces". Supongo que denota mi edad porque cuando eres joven no piensas que existan. 
Ya escribí sobre esto en otra entrada Las últimas veces.
Es muy curioso porque casi siempre las vivimos sin saber que lo son, afortunadamente. Pero eso le resta, ya lo decía en esa entrada,intensidad de disfrute, la emoción de saborear lo ya perdido para siempre. 
Yo llevo viviendo varios años muchas últimas veces. Es un contrasentido, claro. Pero es así.  Y de este modo, he vivido la última partida de cartas de mis padres y de mis suegros. Mi último cumpleaños con todos juntos y bien. La última navidad con todos juntos y bien. El último verano, los últimos paseos todos juntos y bien. Los he vivido. Los he disfrutado con una plenitud imposible si no se viven como los últimos.

 Ya han llegado esas últimas veces. No por haberlas anticipado y disfrutado a pleno corazón, las hace menos dolorosas y tristes. Son igual de demoledoras pero tengo la dicha de haberlas disfrutado, de haberlas sabido hacer únicas y muy especiales, de haberlas gozado con plena consciencia como regalos irrepetibles.

Han llegado y casi no puedo con ellas pero al menos sé que son las mejores últimas veces que pude vivir porque las esperaba, les hice frente y supe adornarlas de amor y cultivarlas como un hermoso y efímero jardín que perfuma toda la pena que ahora lo abona.