Los añicos arrecian tras la pared.
Sordos, ciegos, implacables.
Tras la pared se deshace la vida, se derrite en dolor.
Añicos que se clavan en el corazón como esquirlas traicioneras
Añicos que gritan mudos
Se desgañitan impotentes
Chocan contra la pared
Silenciosos...
Cuando los descubres no entiendes cómo no han atravesado el muro
Cómo no has temblado al presentirlos
Cómo no has sentido llorar cada uno de ellos en esa otra almohada
Ahora que los conoces, intentarás acariciarlos como los restos de un desastre que nunca debió llegar
Como la huella hermosa de una vida que ya no está, pero estará para siempre en su corazón.
Pensando en ti, Teresa