sábado, 20 de julio de 2013

INSOMNIO

"...lo que cuentas sobre tus problemas de sueño me inquieta. Si estuviera en tu lugar, seguramente me habría vuelto loco. ...Sencillamente no se puede vivir en un estado de agotamiento permanente" (Pg 245 Aquí y Ahora Carta de Paul Auster a J.M. Coetzee



Te despiertas de golpe, en absoluto adormilada, como si el interruptor que te mantenía conectada al mundo del sueño se hubiera desconectado caprichosamente. Parecería que hubieses dormido muchas horas pero sabes que no. No quieres mirar el reloj para no comprobarlo, para no saber que inicias , contra tu voluntad, otro día muy largo que te parecerá imposible remontar entre el cansancio infinito. Intentas caer de nuevo en ese otro mundo de descanso, que te atrape de nuevo el sueño, y no puedes. Sabes que lo único que conseguirás será desesperarte dando vueltas .

Avanza el día, compeltamente embotada. Cualquier acto supone un desgaste. Crees que podrás esquivar el agotamiento comiendo, tomando algo. Nada lo consigue. Te cuesta hacer tu trabajo, te cuesta pensar. Te preguntas qué harías si fueras médico o piloto de avión.
Aprovechas tiempos muertos en los que dar cabezadas que te ayuden a continuar, a tirar de las horas que pueden contigo.
Sólo piensas en el momento de acostarte, de volver a descansar. Sueñas despierta con él como si de un útero protector se tratara y acaricias ese momento en medio de  la tristeza y el descontento que arrastras como un incomprendido Sísifo. Hasta que horrorizada recuerdas que ese dulce momento es sólo una quimera de tu necesidad pues la realidad es otra. La realidad es que, aún rota de extenuación, cuando logres cobijarte en el lecho acogedor, te costará mucho dormirte y finalmente lo harás nerviosa y tensa y sólo durante un corto e insuficiente intervalo de horas. Casi un suspiro que  poco te ayudará, que será como la miel en los labios que apenas podrás paladear.La promesa de un reparador reposo se convierte así en una esperanza frustrada.Una tregua mínima que en nada te servirá para vencer un combate en el que no puedes rendirte.


Ojos abiertos, silencio.
Con suerte ves clarear el día por la ventana y das gracias a la vida por haber podido descansar al menos cinco horas. Comienzas un nuevo día con pesadumbre.