miércoles, 30 de diciembre de 2015

"El cielo es azul y el mar es azul"

"El cielo es azul y el mar es azul".
Parece poesía y lo es. Si no fuera una frase inmensa como el cielo y el mar que  separa el mundo de la pequeña que la repite, de todos los que la rodean. 

Y en esa fractura no sabemos si es feliz, si siente todo el amor que se le entrega y ella no sabe devolver. No sabemos qué pasa en ese mundo suyo al que nadie tiene acceso y del que pocas veces puede salir.

El dolor que yo siento es el de su tía. Ella que es todo amor y entrega, se lo da a manos llenas y la acoge feliz, ahora que la dejan, y la complace y la acompaña como puede en ese otro mundo que no entiende y al que no puede acceder. 

La pequeña sonríe y el cielo y el mar son mucho más azules y tan profundos como la ternura y el amor de su tía al verla sonreír.

El destino a veces se tuerce y separa mundos y lo simple se complica y se convierte en un campo de batalla lleno de afecto y de infinita paciencia. Y la brecha se perfuma, se cubre de seda para que todo sea más hermoso, menos fatigoso a base de amor y de entrega y de perseverancia.

El destino torcido arremete y sólo queda acompañarlo y llenarlo de amor. Como esta tía con su sobrina.

Por eso es más lacerante ver como los adultos  nos empeñamos en crear brechas que nos separan y aíslan, incluso de los que más queremos. Sin entender por qué. Sin dar opción a crear puentes o restaurarlos. 

Y como dioses ciegos y despiadados nos empeñamos en torcer destinos hermosos y justos. 




                                                        Para mi amiga, mi hermana.

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