viernes, 10 de mayo de 2013

La medida de las cosas (El 15 m de AlcoSanse)


Andamos ahora peleándonos con las nuevas tecnologías para no quedarnos atrás profesionalmente. Parece  necesario. Es un mundo inabarcable lleno de posibilidades pero que desborda, confunde y, además, dinamita el poco tiempo libre que nos queda.
         Uno de los aspectos que posibilitan estas herramientas es el almacenamiento en las "nubes". Con lo bonita que es la expresión "estar en las nubes"
y ahora va a ir significando otras cosas... Dejamos de acumular información en nuestros abultados discos duros que se muestran incapaces ya de contener más información para pasarla a la nube, esa especie de agujero negro en el que todo cabe y nadie sabe bien dónde está ni qué es.

        El caso es que cada vez dependemos más del ordenador y de esos entes abstractos que alimentamos con nuestros documentos (Este blog sería un buen ejemplo: ¿dónde está exactamente?) Vamos abandonando el papel y parecería que todo es más ordenado y lógico.

        Estábamos en esta conversación un grupo de amigas y yo, cuando una de ellas - que tiene una lucidez pasmosa y muy brillante en ocasiones- planteó la posibilidad de que en algún momento todo este tenderete virtual se fuera al traste y nos quedáramos con las manos vacías, mirando, ahora sí, a las nubes. Otra amiga, contestó que esa hecatombe era impensable y que , por muy mal que se dieran las cosas, esto sería el futuro irremediablemente.

       Bueno, pues esa idea de mi amiga que a mí me parece de gran lucidez, no es tan descabellada. Yo, pesimista por naturaleza, la veo posible y según va la humanidad, cada vez más posible. Rápidamente recordé un libro y una película basada en el libro-  bastante conseguida-:



Este desastre, que en el libro se nos presenta ya dado, no parecería tan imposible.En el libro parece el resultado de una catástrofe nuclear. No sabemos sus causas, solo vemos los efectos y la lucha de un padre con su hijo por sobrevivir en un ambiente hostil y completamente arrasado. Sobre todo para darle una oportunidad a su hijo. La verdad es que es un ficción apocalíptica que parece -o deseamos- que esté muy lejos de la realidad. Pero ¿lo está? 

    Yo durante una temporada sentí que el apocalipsis que augura la ficción de La carretera se estaba instalando entre nosotros sin necesidad de ningún desastre nuclear. Íbamos a terminar por "comernos" unos a otros, olvidando los principios más básicos que hacen al ser humano, eso: humano.Sentía que la soledad, la desprotección, el vacío y el miedo iban a ser los escenarios de nuestro futuro. Un futuro desolador y sin posibilidad de vuelta atrás. Una especie de salto cualitativo hacia el sinsentido de una vida arrasada por intereses mercantilistas en un juego absurdo de carrera a ninguna parte.

        Es verdad que yo soy pesimista, repito; pero creo que el que más y el que menos se ha levantado una mañana de estos últimos cuatro años, con la negrura en el estómago al sentir que la vida se podía tambalear dramáticamente, quedando en el aire sin muchos asideros posibles.
Todo eso lo sentí muy intensamente durante un periodo largo en el que el sufrimiento no me dejaba vivir.Hasta que decidí que no iba a vivir acongojada. Y aunque ahora trato de vivir día a día, buscando fuentes de información / formación alternativas -las hay- e intentando disfrutar de todas esas pequeñas cosas que nadie podrá arrebatarme,tengo la desagradable pero intensa impresión de que estamos en el principio de un nuevo mundo. 

Esta crisis es la puerta hacia un mundo mucho más gris, despiadado, deshumanizado, cruel y triste. Un mundo en el que "el sálvese quien pueda" y el arribismo van a ser el salvaconducto para salvar el pellejo.
En el que el dinero será la medida de todas la cosas
En el que viviremos para trabajar (quien tenga esa suerte) en condiciones cada vez más desprotegidas

 y en beneficio de unos pocos. 

Porque ese nuevo mundo se nos impone. Sin lógica y sin piedad. 

A menos que hagamos algo... Sí, porque no podemos esperar soluciones desde el sistema que, dada su propia dinámica, permite la degeneración que sufrimos. No podemos esperar nada de los que nos han  llevado a esta situación y no han hecho nada sustancial para mejorarla. No podemos esperar nada de los que tienen el poder. Debemos de ser nosotros los que hagamos algo. Es verdad que parece una lucha desmedida y que la primera impresión es que no podremos nunca salir victoriosos. Pero no es verdad. Cada uno de nosotros puede hacer algo. Y todos esos "algos", pueden conseguir "algo" más y con todos los "algos" más, algo cambiará. Quizá , sobre todo cambiemos nosotros. Nuestra visión del mundo y el sentimiento de que al lado del otro podemos hacer un mundo diferente.


Hay gente que así nos lo lleva demostrando desde hace ya años. Gente que busca caminos alternativos de solidaridad, de apoyo. Que están creando un mundo paralelo al que nos "desgobierna" y lucha por cambiar éste desde esa posición diferente. Gente que se deja la piel por pequeñas reivindicaciones y con esa piel , regala una salida a otra gente desprotegida y abandonada a su suerte. Gente que actúa, que hace, que lucha.

      Este blog es un mundo de palabras porque para mí la palabra construye y enriquece. Pero siempre me queda el sinsabor de saber que la palabra no sirve. Que hay que actuar. Hay que hacer. Como actúan y hacen las personas que conforman el grupo de resistencia del 15 m de AlcoSanse (Alcobendas y San Sebastian de los Reyes)


Son muy pocos, pero infatigables y omnipresentes. Son personas de toda edad y condición que pelean cada día por parar este rodillo de injusticia que se está llevando por delante todo lo importante y  hermoso . Están muy solos porque no hay un apoyo masivo en sus propuestas, pero no se desalientan. Son el ejemplo claro de cómo un puñado de "algos" pueden cambiar el mundo, algunos mundos. Yo he visto cómo paraban desahucios en Alcobendas y Sanse, cómo conseguían una salida justa y digna para las personas que acudieron a ellos pidiendo ayuda. Los he visto parar la maquinaria insensible de este ayuntamiento y dejar sin palabras al alcalde ante sus reclamaciones justas que evidenciaban las falsedades y demagogias del poder. Los he visto luchar por la educación, por la sanidad, por lo que es de todos y nos están robando. Los he visto luchar y ganar. En parcelas muy pequeñas pero que para algunas personas han significado una nueva vida. Los sigo y cada día me demuestran que es posible pero sólo si lo hacemos nosotros. Juntos.

Gente como esta es la que nos dice que todavía hay esperanza, una esperanza potente y muy digna. Pero sólo será real si los demás empezamos a seguirlos y  a movernos al compás de un solo ritmo: luchar por que las personas sean la única medida de las cosas.



Gracias y enhorabuena 






Mientras nos decidimos a HACER, y a apoyar a los que hacen, podemos ir reflexionando con textos y propuestas. Aquí va uno impresionante, que nos interpela muy directamente.

Odio a los indiferentes de Gramsci: El dedo en la llaga

Y una música sugerente
¿Quién es la serpiente?