sábado, 10 de marzo de 2018

Reflexiones sobre el 8 de marzo de 2018

Imposible aparcar. Imposible entrar al tren. 
Mujeres, riadas de mujeres. Algunos hombres acompañándonos. 
Casi imposible llegar a Atocha.Llego gracias a unas "amigas" nuevas que me han colado.
Sólo se ven cabezas. Cabezas de mujeres.No se puede andar. Atocha no avanza. Me voy por una paralela para poder moverme. 

Miles y miles de mujeres arremolinadas.
"Qué emocionada estoy"
"No he visto nada igual en mi vida"
Mayores, jóvenes, de todas las edades..
Un río de mujeres deslizándose por un Madrid hecho mujer.

Y pancartas. Miles de pancartas
"Ignoramos nuestra verdadera estatura hasta que nos ponemos en pie." (Chicas, ¿por qué no habéis firmado por Emily?- "Ya, es que no nos cabía")
"La revolución no será si no es feminista" 



Y errores. Siempre hay errores. 
Los cientos de miles de mujeres que estábamos allí teníamos muchas cosas en común. Muchas luchas compartidas. Muchas batallas perdidas comunes. Muchas cicatrices abiertas comunes. Si nos dividimos en batallas en las que no todas nos sentimos involucradas, perdemos fuerza. El río se diluye. Nos desangramos en riachuelos.

Seguro que en esa riada habría muchas autónomas que hubieran estado a mi lado gritando: " Si enfermo y no trabajo, ni como ni descanso", por ejemplo.    
O muchas mujeres que no estaban allí hubieran agradecido una pancarta sobre los "dependientes" y de los que dependen, casi siempre mujeres y su extremo abandono por parte del poder.

Pero quizá estas otras reivindicaciones muy específicas no nos ayudan a conseguir lo que nos aglutina.
Sin quitar mérito a las reivindicaciones. Sin quitarles la razón, no era el momento. O eso me pareció a mí. 
Esto conecta con lo que decía en el otra entrada: puede haber algo que se diga o se proponga que me saque del grupo, que me haga ajena.

Algunas cosas pudieron molestarme por falta de profundidad:
"España es racista" coreaba un grupo de hispanas. Y sí, llevaban razón. Pero no. Porque lo que somos es clasistas. No tenemos ningún problema con los emigrantes ricos. Al revés. Que se lo digan a los de Marbella cuando arriva algún jeque árabe por allí. O que se lo comenten a los vecinos de cualquier estrella futbolística hispana, por ejemplo. 

"Nosotras parimos, nosotras decidimos" Totalmente de acuerdo. Pero según y cómo ¿No? ¿De verdad una chica de 16 años puede decidir algo así sin el consentimiento de sus mayores? Por ejemplo.

" El Papá no nos deja, 
comernos las almejas" 
 coreaba un grupo que me pareció lo más divertido de la tarde. Porque sé que a ellas les da igual si el Papa les deja o no. Porque era una forma irreverente de reírse de ellas mismas y de poner el foco en algo que va mucho más allá que una cuestión de marisco.

Una amiga me contó que de repente un grupo empezó a gritar algo así como "Zona libre" que significaba que no querían hombres allí. ¿De verdad alguien quiere excluir de una vida más humana y justa para las mujeres a cualquier otro ser humano? Ya lo he dicho en otro momento: conozco un montón de hombres maravillosos, hombro a hombro con sus amigas, hermanas, madres, parejas, hijas... mujeres. Y conozco a muchas mujeres para las que sí crearía una zona libre. 

En fin, errores, como decía. Imposible evitarlos en algo tan inabarcable como fue la manifestación del 8 de marzo de 2018, en Madrid.
A mí me hubiera gustado una manifestación en silencio. ¿Os imagináis tantas personas, llenando Madrid de silencio? Un grito mudo. Así nos quieren muchos. Así nos tenéis pero juntas, unidas, dispuestas a luchar contra ese mismo silencio.

Sé que no era posible, ni una gran idea, lo del silencio. Era un día de fiesta y de emociones. 
Un día histórico, dicen. Vamos a ver. Yo no lo tengo tan claro.  El poder suele ser bastante poco permeable a estas expresiones del pueblo.


Al día siguiente, al minuto siguiente en algunos casos, seguro que muchas mujeres volvieron a sus pesadillas, a sus luchas sin cuartel y con mucho miedo. Pero algo más reconfortadas.
 Porque nosotras podemos. Siempre hemos podido. Y porque pareció que desde el viernes pasado podemos más y mejor. Y decirlo ahora ya no es un atrevimiento. Es una necesidad. Siempre hemos podido pero dejándonos la piel. 
Ahora ya es hora de ser capaces de poder, acariciándonosla.