martes, 29 de julio de 2014

LIDICE


Me quedé vacía en mi recorrido por Terezín

Sin embargo, cualquiera que sepa algo del delirio nazi y pasee por un campo de concentración, sentirá conmigo que no es una experiencia cualquiera.

Se siente una carga especial, algo en el ambiente.

 Esa fuerza, esa tensión se sentía huérfana en mi visita a Terezín por el horror que estamos presenciando estos días en Palestina. 

Pero ese magnetismo, ese respirar entrecortado que siento en esos grandes gritos mudos que son los campos, es tan fuerte, tan esencial, que era inevitable llenarlo de algo más que de emociones ante la oquedad de la traición.

Porque Terezin, como otros muchos campos, no solo representan el dolor de los judíos. A Terezin fueron a parar muchos checos que luchaban y se oponían a la invasión alemana.
Como a Auschwitz I fueron a parar muchos polacos que no salieron de allí.


                          Listado de católicos ortodoxos muertos en los campos

Es cierto que el pueblo es muy impresionante, no solo  porque se convirtió en el gueto que recogió a los judíos de Chequia; sino porque  la fortaleza en sí, pensada por el emperador José II en homenaje a su madre, es una labor de ingeniería como defensa militar bien interesante.
















Sin embargo, para mí, Terezín fue el inicio de un viaje por la ilusión de que siempre se puede hacer algo. De que, aunque parezca una lucha sin futuro, los pequeños actos de resistencia, mantenerse fiel a las convicciones, es lo que adoquina el único camino hacia la victoria y la superación de las injusticias.

En Terezin, muchos artistas, con su lápiz como única arma, dibujaron en total clandestinidad y con peligro de muerte- claro- la realidad del campo que nos has permitido conocer qué pasó realmente.
La rebeldía contra el gigante como único camino para la salvación. La personal y la de los demás.


Siempre me han admirado las personas, valientes, que saben lo que tienen que hacer con la conciencia clara de que ellos se quedarán por el camino. Las personas que en situaciones extremas, como visionarios de una luz que nadie más que ellos ve, deciden actuar sabiendo que tienen todas las de perder; pero sabiendo también que sólo sumando muchas derrotas como la suya, podrán obtener la victoria final.

En Praga, si visitas la iglesia ortodoxa de San Cirilo y San Metodio

















podrás acercarte a algunas de esas personas 
que hirieron al monstruo con un alfiler desencadenando unas consecuencias espantosas. 
No sólo para ellos que perdieron la vida en el intento,
 sino para muchos cientos de conciudadanos que fueron ejecutados como venganza por el atentado contra el representante del fürher en Chequia.


Si queréis conocer la historia, aquí tenéis una sinopsis y para "disfrutarla" mejor, para vivirla en primer plano, os recomiendo el libro HHH.





Los que atentaron contra Heydrich murieron en esta cripta  después de hacer frente durante horas al ejército alemán.
Finalmente se quitaron la vida antes de caer en manos de sus enemigos que sólo vieron la posibilidad de acabar con ellos echando agua a través de este ventanuco en el que se pueden ver los impactos de las balas. 



El fúhrer no se conformó con esto. Después del atentado a Heydrich, el jefe de las unidades SS, Heinrich Himmler envía desde Berlín a Praga a Karl Hermann Frank un despacho en que ordena tomar como rehenes a 10 mil checos, sobre todo de la clase intelectual,y fusilar inmediatamente a cien de ellos. Durante los primeros cinco días después del atentado los nazis dictan 539 sentencias de muerte.

  Además eligió a un pueblo entero (del que era originario uno de los que atacaron a Heydrich) y lo arrasó. Aquí tenéis su historia:LIDICE



lunes, 28 de julio de 2014

La cloaca

Hace tiempo intenté explicarme en varias entradas de este blog por qué me interesa tanto el holocausto y en particular el sufrimiento del pueblo judío. Creo que no lo conseguí. No sé si lo sé ni si, por lo tanto, puedo explicarlo.
Creo que voy tras la respuesta a esta pregunta que también me hice hace algunos meses:

¿Adónde va el dolor? ¿Dónde se mete tanto dolor? Porque el dolor ocupa, invade, coloniza. Y encharca los pulmones y no permite respirar. Y cierra el estómago y no permite alimentarse.Y acorrala al corazón y su latido resuena pesado, denso como un redoble de campana. Como una masa espesa e invisible se apodera de la persona y la transforma en una sombra sin voluntad. Solo dolor. Y la vida se convierte en un fardo insoportable que te hunde en un abismo desconocido que no quieres transitar, para el que no estás preparado. ¿Adónde va el dolor? ¿Adónde nos lleva?

Creo que es una fuerza tan brutal que nos debe de llevar a alguna parte. Y por eso, quiero indagar en ese foso para intentar comprenderlo y aprender y sentirlo solidariamente para acompañarlo y llenarlo de algún significado, de humanidad, de com pasión.

Sé que ha habido grandes fosos de dolor antes y después del holocausto  judío. Así que me toca entender por qué especialmente me conmueve este. Creo que, de algún modo, otros horrores se pueden explicar como  persecuciones políticas,ideológicas; por no pensar como los que querían imponer su ley y por la necesidad de eliminarlos para, así, eliminar obstáculos en la consecución del poder absoluto: la guerra y la postguerra española, la represión en el Cono Sur.... Incluso el sinsentido de las purgas estalinistas, los gulags, Corea.. con la locura que representan, respondían a un desquiciado afán de poder y de eliminación de los que no se ajustaran al patrón variable del que ejercía un poder absoluto y paranoico. 

Sé que el nazismo fue todo eso también, sin embargo esa necesidad de eliminar a un grupo por pertenecer a una religión, sin más, sin otros planteamientos; de quitárselo de encima, siempre me llamó la atención poderosamente. Ahora sé que, como siempre, había un motivo económico detrás, claro. Se demonizó a todo el grupo con la teoría biologicista que apoyaba la idea de que eran una raza (falso) con unas características intrínsecas que los convertía automáticamente en  falsos, traicioneros, taimados, usureros, ladino (es interesante constatar cómo la palabra denomina la lengua de los judíos sefardies y al mismo tiempo sea un adjetivo que signifique astuto, sagaz, taimado). Esa fue la excusa que a todo el mundo le convino para expoliar a una parte de la población con un fuerte poder económico (y también cultural).
Eso hizo que me interesara por dicho grupo. Por su historia. Aunque como siempre, la diferencia que hacen entre hombres y mujeres, me sitúa en una posición de rechazo total, sean cuales sean sus otras propuestas. 

Supe que ¿el pueblo judío? siempre había sido perseguido.  Quizá tenga alguna explicación el hecho de que sean monolíticos. Son un grupo heterogéneo pero unido por sus creencias. Cerrado, impermeable, endogámico.
No sé. Habría mucho que leer y reflexionar.

Sin darle muchas más vueltas, el horror de Auschwitch se me aparecía como el terror absoluto en la puerta de mi casa, como ya expliqué. 

Este mes he estado en Terezin. Una experiencia única como único es el lugar.
La fortaleza que lo contiene es una obra de ingeniería increíble que los nazis utilizaron como fosa natural para un campo de concentración: se encontraron con el trabajo hecho. Una cárcel casi inexpugnable para instalar el delirio de su infierno de nuevo. 
















Este mes he estado en el barrio judío de Praga y he visitado sus sinagogas, su cementerio centenario.







Este mes no he podido sentir piedad ni "com pasión" con el pueblo judío y con todo el dolor que sufrió en esos caminos que he transitado, en esos estuches de dolor que son los barracones las celdas de castigo, las morgues, los guetos. 
No he podido sentir admiración por un pueblo que venera su pasado y lo protege y encuentra en su historia, sus libros y sus tradiciones la razón de ser y de vivir. 
No he podido estar a su lado y me he sentido vacía. Traicionada. 
No podía sentir fraternidad por las personas que habían sufrido tanto y que ahora, años después, someten a otro pueblo a condiciones de vida y de exterminio que en nada se diferencian de las que ellos sufrieron.
Me he sentido hueca. Toda mi vida me ha acompañado mi interés y mi solidaridad con el dolor de ese grupo devastado durante la segunda guerra mundial. Y ahora ya no estaba.

No puede ser que la respuesta a mi pregunta inicial, ¿adónde va el dolor? sea, a generar sistemáticamente más dolor, a no ser nunca más víctimas para ser los verdugos, a infligir humillaciones y a deshumanizar a quien nos moleste o queramos convertir en nuestro enemigo.  

No puede ser que los dibujos de los niños judíos de Terezin echando de menos su casa,
su vida anterior- a la que nunca volverían-;







 los dibujos que sirvieron como catarsis de ese infierno en el que sea había convertido su vida  
sean el tapiz donde ver reflejados los ojos asustados de los niños palestinos que no entienden por qué, incluso, les arrebatan la miseria y la injusticia en la que viven cada día; para lanzarlos a la muerte, la orfandad  y la destrucción total.

Los nazis quisieron engañar al mundo con una puesta en escena de un Terezin paradisíaco. Una especie de retiro plácido en el que sentirse seguros y felices. Una producción realizada para engañar a la Cruz Roja y a la comunidad internacional sobre lo que estaba pasando en los campos de concentración nazis.

Los actuales no se andan con medias tintas, no intentan falsear la realidad salvo en su justificación: el mundo entero está siendo testigo de la barbarie. Pero el resultado es el mismo: las víctimas están solas y no pueden creer que les esté pasando. La pesadilla narrada en tecnicolor y el resto del mundo viéndolo con la misma pasividad con la que la Cruz Roja y el resto del mundo vio la película sobre el gueto de Terezin. 

Sentada en la sala de cine donde los nazis disfrutaban de sus películas, donde con toda probabilidad vieron esa cinta que maquillaba la realidad y que burlaba al mundo entero, sentí el escalofrío de estar sentada en el nido de la serpiente.
El mal absoluto sentado cómodamente en esas sillas de madera, dispuesto a reírse del mundo y conseguirlo. Como ahora.

No he podido sentir nada en esa visita y sé que me han arrebatado algo para siempre.

En las sinagogas de Praga, había muchos judios y mis ojos los miraban incrédulos con una pregunta constante en mi púpila: ¿Qué piensas de lo que está pasando en Palestina? ¿Ser vuestros "enemigos"  justifica lo que estáis haciendo desde hace 60 años? ¿Qué diferencia hay entre los nazis y vosotros? ¿Que os defendéis? ¿De piedras? ¿De niños?
 Hitler también quiso proteger al pueblo alemán de vuestro poder económico y vuestra naturaleza perversa. ¿Dónde está la diferencia? ¿Qué diferencia vuestra superioridad militar del rodillo y la maquinaria que os arrasó en Europa hace ya 70 años? ¿Dónde está la diferencia? 

El exterminio de Gaza invalida todo el sufrimiento del pueblo judío durante la segunda guerra mundial y lejos de sentir que lo justifica (jamás seré una nazi como ellos), siento que el estado de Israel es el estado nazi de nuestros días. 

En mi camino de acompañamiento al dolor, de acercamiento a tanto dolor que se sufrió en Europa durante la segunda guerra mundial por parte de ese pueblo, me he quedado sola. Y la imagen que tengo de los fusilamientos masivos de pueblos enteros, desnudos al borde de una fosa inimaginable, madres con niños en sus brazos, ancianos con ojos desorbitados, miles de personas indefensas, sin poder entender el aquelarre que estaban protagonizando porque escapaba a cualquier posible imaginación (Las benévolas); en ese mar de dolor, de sangre, las ganas de vomitar, de llorar ante la locura se multiplican exponencialmente ante la injusticia y la indefensión de un pueblo expulsado y sometido durante años a una masacre que estos días es total.

Me siento traicionada. Yo, que no soy judía ni tengo nada que me una a ellos. Pienso que todos los muertos en esa locura que fue el nazismo están revolviéndose en sus tumbas, en las cenizas a las que los redujeron, al ver que ellos son ahora los asesinos. Cenizas, dolor, tanto dolor, traicionados y convertidos en lo mismo que los aniquiló.



El horror es comprobar que la respuesta a mi pregunta es simplemente eso.¿Adónde nos lleva el dolor? A más dolor. Al terror. Ante esa respuesta no hay escapatoria, ni esperanza. Y el mundo se convierte en una enorme cloaca.




viernes, 25 de julio de 2014

Con Neruda en Mala Strana (Praga 1)

Salí hacía Praga el día 25 con Neruda en el corazón:
           Puedo escribir los versos más tristes esta noche
sin saber que Neruda era praguense y que vivió en el barrio donde yo me he alojado estos días: Mala Strana(Un enigma que ni siquiera pudo explicar el autor de los versos que me acompañaban).

Quizá el único que conoce la dimensión de mi miedo a volar sea este amigo,
que me sufre paciente y en silencio y al que aprovecho ahora para darle las gracias por soportar mis apretones sin que se le borre la sonrisa. En cualquier caso, aterrizamos felizmente tras una hora de retraso en la salida de nuestro vuelo


Llegamos a nuestro barrio,el de Neruda también, después de coger un autobús (109), el metro (LA) y el tranvía 22, en un viaje rápido a pesar de la variedad y de primera toma de contacto con la ciudad.

Nos esperaba una habitación enorme. Una especie de apartamento con salón, cocina americana.. y muy tranquila.


Soy tan friolera que nunca puedo pensar que voy a pasar calor por esas latitudes y nunca llevo pijama de verano. Error. Nuestro hotel estaba muy cerca del río, no suelen tener aire acondicionado y no podíamos abrir las ventanas sin sufrir una invasión de mosquitos del tamaño de abejas. Así que hemos pasado unas noches calurosas. 

Nuestro barrio, quizá el que menos hemos recorrido, es un pequeño barrio lleno de calles tranquilas, pequeñas y más grandes pero con un ambiente entre señorial y decadente lleno de encanto.

En él dimos nuestro primer paseo ya cerca de las 8 p.m. 




El río te lleva y, como un lazarillo, te conduce al corazón de la ciudad. 









El puente Carlos.





Nos adentramos en la Stare Miasto que es el centro histórico de la ciudad sin saber dónde posar la mirada.












Un perrito con una pivo y, a medianoche, de vuelta a dormir; dando un paseo por el puente Carlos, de nuevo, y embrujados con esta ciudad dorada.