sábado, 25 de abril de 2015

El cuchillo de lava

¿Lo has sentido alguna vez? 
Llega con una mala noticia. Una de esas que resquebraja tu mundo y lo deja huérfano entre el pavor y la impotencia. La pérdida de salud tuya o de un ser querido, la perdida de trabajo, la perdida de un amigo, la perdida de un ser querido... Como un trallazo.                   

Te atraviesa de arriba abajo, frío y lacerante como la hoja afilada de un cuchillo implacable. Al tiempo que te invade una quemazón que te impide respirar, que te lleva a querer huir corriendo a otro lugar donde  puedas esquivar ese golpe que amenaza con desmoronar tu  mundo, tu suelo. Huir y al mismo tiempo esconderse. Dormir. Desaparecer. O al menos tu conciencia. Imploras la inconsciencia que te evite ese sinsentido que a partir de ahora será el único sentido de tu existencia. Y no quieres. No puedes aceptarlo ¿Por qué?
Huir y esconderse, en un solo movimiento. Rayano en la locura.

Pero sabes que no es posible. Que ese cuchillo de lava te acompañara adonde vayas, llegará hasta tus sueños.
Y sólo podrás ir amansándolo para poder seguir respirando, para poder seguir viviendo. 

Amansarlo, apaciguarlo, para poder pensar y buscar el atajo que te permita continuar, atravesada por ese metal despiadado que ha convertido tu corazón en un páramo arrasado por el dolor y el miedo.

Cuando ese frío llega, nada sirve salvo un abrazo.
Perderse en los brazos mullidos de alguien que te espera para sobrellevar ese peso, que es solo tuyo y nadie puede compartir. Pero sí puede abrazarlo. Domesticarlo. Devolverte con él la certeza de que alguien estará ahí para cuando tú no puedas seguir adelante o tengas la tentación de pensar que no eres capaz, que no tienes fuerzas. Un simple y cálido abrazo donde poder descansar. Un instante. El instante preciso para abandonarte al amor y entender que incluso siendo otra, atravesada por el cuchillo, alguien va contigo  y no teme cortarse. 

Si lo has sentido alguna vez, mira a tu alrededor y pregúntate si alguien a quien quieres no estará atravesado por ese tormento y estará esperando tu abrazo. Para poder sentir que puede seguir adelante. Sólo con el calor de tu abrazo.