viernes, 27 de marzo de 2015

La boca de la verdad

No está en Roma aunque muchos hayamos jugado a ponerla a prueba introduciendo la mano en su cavidad. 
La boca de la verdad nos engulló ayer en el hospital "Niño Jesús" , en las salas Santiago y Santa  Margarita. Como Pinochos aturdidos en el protector vientre de una ballena generosa.

 Las salas estaban más llenas que otros días de personitas en pijama que acudían al encuentro de Chrisstina y Gabriel 
con disciplina más que con ánimo. Porque éste, el ánimo, se ha quedado algo regazado en una competición en la que la confusión y el dolor van por delante, asolándolo todo.


Suena aterciopelada la linda guitarra de Gabriel y arrancan los diecisiete años de Christina en una voz potente, prodigiosa, con una fuerza, un sentimiento y un dominio que nos deja a todos clavados en el sitio. Escalofríos de emoción nos recorren a todos, infatigables. Nos miramos incrédulos.


Las caritas de esas personitas en pijama se transforman. Ya no están allí, están en otro lugar donde todo lo bueno, lo que no recordaban que está dentro de ellos, surge y confabula para firmar, durante una hora, un maravilloso armisticio.



Sus bocas abiertas son la boca de la verdad. 


La verdad de sus ojos empañados, asombrados de que esas voces, esa música pueda llenarlos de tanto bueno y convertir ese instante en un cobijo donde solo caben la emoción y  la belleza. 

La verdad de sus sonrisas involuntarias al recibir esa tromba de energía, de belleza hecha música. 

La verdad de sus gestos que se buscan unos a otros para compartir algo tan hermoso, tan grande, que no acaban de comprender: se miran y se enseñan sus brazos extendidos, con los vellos de punta, erizados inexplicablemente por ese canto que los pone en contacto con lo esencial. 

La verdad de sus aplausos espontáneos que aplazan hasta escuchar la última nota, temerosos de romper ese abrigo en el que se ha convertido el hospital.


Algunos llegaron con ojeras  y rostros desencajados por el sufrimiento. La música los alejó de esa zozobra y obró la metamorfosis del sosiego de su alma en  la serenidad y la alegría de sus rostros. 
No había ninguna duda. Hablaba la boca de la verdad: boquiabiertos expresaban su asombro al sentir a su afligido cautiverio debilitado por la luz, la energía, el temblor, de la emoción.


Otros, revolucionados, con ganas de ruido y movimiento, nos acogieron expansivos, algo descontrolados (celebrando, las chicas, la presencia del guapo de Gabriel).
 Se subieron,sin convicción, al tobogán de matices de la voz de Chrisstina y mecidos por ese torrente aterciopelado se abandonaron, sorprendidos, a un  viaje por un territorio común esplendoroso y único que no imaginaban minutos antes.


 Sus bocas abiertas nos hablaban, otra vez, de la verdad. 
La verdad de la vida. 
La verdad de lo único importante: somos lo que somos por lo que sentimos. 
La verdad de la belleza: somos hermosos, atractivos, cuando nos llenamos de emoción, de sentimientos bellos. 
La verdad de su mentira: sólo estaremos completos cuando nos llenemos de la fuerza de sentir. Sentir con los demás. Sentir la maravilla de sentir.

La boca de la verdad en sus bocas abiertas. Durante una hora. Sin pestañear. 
Boquiabiertos ante algo tan simple como dos voces y una guitarra. Boquiabiertos, conmovidos, por lo que la pasión y la música pueden revelar. 
Boquiabiertos al comprobar que ellos son todo eso que ahora están recordando. 
Porque "recordar" es pasar por el corazón. Y Chrisstina y Gabriel, con su música, se lo traspasaron ayer. Y, así, les recordaron -y nos recordaron- que son todo eso que ayer los estremeció hasta hacerles sacudirse, un poco, ese pesado plomo que ahora mina sus vidas.



Gracias


sábado, 21 de marzo de 2015

La dulzura frente a Goliat


Siempre que hablo de mi Música en Vena, acabo usando las mismas palabras: magia, milagro, prodigio. Todos sabemos que las palabras- a fuerza de usarlas- se desgastan, pierden su valor. Pero es que no hay otras. No puedo encontrar más sinónimos para referirme a lo que sucede durante esos minutos en los que unos magos de la generosidad y la sensibilidad transforman umbrales de dolor en doseles de belleza, emoción y esperanza.

Entramos de puntillas en esas salas oscurecidas que intentan prolongar el útero  que no debieron abandonar tan pronto esos bebés tan pequeños y frágiles. En silencio, respirando tibiamente para no perturbar el aire y el silencio que los protege. 
Pequeñas incubadoras
que aparecen como gigantes protectores de minúsculos bebés- aparentemente quietos, pero atados a la vida por tubos y monitores- velan, probablemente, la batalla más importante que darán en toda su vida. Los que consigan ganarla.

Ver a esas personitas, braceando, mirando, ganando cada segundo en esa carrera de fondo, nos desarma. Frágiles, hermosos, mínimos. La vida en estado puro. La muerte haciéndoles guardia.
Entramos respetando ese combate y la fuerza y el dolor de los padres que con su calor y su amor inyectan a sus hijos la mejor medicina, la única que puede salvarles: la vida es hermosa y os está esperando.

Entramos queriendo ser invisibles. Solo para ayudar a prepararse a Raquel y Jesús, crear un breve espacio donde ellos puedan crear otro mundo dentro de ese.
Un mundo de dulzura, de serenidad y de fuerza que impregne esas paredes y acompase esos pequeños corazones que aletean por vivir.
Ellos todavía no lo saben pero van a recibir un hermoso regalo que nadie como ellos sabrá festejar y valorar.


Pero antes, Raquel que tiene una voz que acaricia y te envuelve en pura emoción, pero que tiene todavía un corazón más grande y más tierno, se resiste a situarse lejos de los bebés y quiere conocerlos antes de cantar para ellos. Se acerca y les habla y los arrulla con su sonrisa y sus palabras. Jesús, a distancia, la sigue con su tiorba, emocionado.


Virginia y Raquel se acercan a Javier. Un bebé de cuatro meses más liviano que un pequeño peluche. Raquel recibe la mirada de Javier conmocionada. Javier la mira con ojos de sabio, de mayor, de alguien que ha sufrido mucho para llegar hasta allí pero que está decidido a seguir descubriendo el mundo con esa mirada profunda y valiente.

Suena la tiorba, Raquel la acompasa con su maravillosa voz y una música suave y delicada nos envuelve como si el tiempo se parara y la vida fuera solo eso, música y dulzura.
Nos atraviesa un destello incontrolable. Nos dejamos ir en ese abrazo tierno que Raquel y Jesús nos están regalando y al que solo podemos acompañar con lágrimas de puro agradecimiento, como lo que somos: adultos torpes y limitados.
 Ellos, los pequeños guerreros, los que son sabios ya sin todavía saberlo, responden con la misma vida: los monitores y su silencio hablan por ellos. La presión cardiaca de sus  combatientes corazones baja, sus llantos se sosiegan, algunos se abandonan al sueño reparador.
La voz de Raquel, la tiorba de Jesús, meciendo a unos bebés desde muy adentro. La música dulce, una nana en la que descansar por unos momentos. Una tregua a la que se entregan por completo.

Abuelos emocionados, padres sin palabras y la ternura de Virginia y de Raquel rodeándolos, acunándolos también a ellos, que tanto lo necesitan, que tan doloridos y llenos de amor se encuentran. Virginia y Raquel con su dulzura salpicando ese instante prodigioso tan intenso e íntimo donde no queremos que la alegría se empañe por las lágrimas que no podemos evitar ante ese torrente de emoción.

Las palabras , lo sabemos, no pueden abarcarlo todo. Tal vez la música sí. Os dejo con ella. Con lo que dos personas maravillosas pueden hacer con su trabajo y su sensibilidad.*


 

Raquel, Jesús, disfrutaros ayer fue un regalo de la vida. Para mí, un regalo muy especial. Yo que, en estos momentos, siento muy resquebrajado el cordón umbilical que une mi corazón al de mi hijo, ayer, con vuestra música y vuestra ternura, pude algodonarlo y sentir que, rota, también puedo seguir luchando, como lo hacen esos bebés que quieren vivir a pesar de que sus comienzos han sido los más duros.
Gracias. De todo corazón.




Si queréis saber más de ellos y buscarlos y perseguirlos y disfrutarlos en directo, pinchad aquí: 
Raquel Andueza  Jesús Fernández
http://raquelandueza.com/






* Si habéis pinchado en el vídeo, habéis podido comprobar el lujo de artistas que ayer pudimos disfrutar.

Aquí os dejo las palabras de Raquel después de esta experiencia para que os podáis aproximar a la calidad humana de esta pareja y a su sensibilidad y generosidad

Este día fue muy intenso para mí. Por muchas razones. Una de ellas, poderosa, la podéis descubrir si pincháis en el título de esta entrada. Os remitirá a otra que escribí en 2013. Casi trece años después. Cuando pude hacerlo. Cuando pude ponerlo en palabras
                                                                      


Después de esta maravilla, conmocionados, estuvimos hablando en otras estancias, con un profesional sobre el día a día de esas unidades de neonatos. Sobre las barbaridades que están haciendo buitres y políticos y cómo la inmundicia salpica todos los escalafones. 
Este país se salvará por gente como él, como Virginia, como Raquel y Jesús. A pesar de los asesinos vampiros que nos están chupando la sangre y están robando el futuro a nuestros hijos. Son ladrones, gente sin alma y asesinos. No matan con sus manos, pero producen muertes y se enriquecen y enriquecen a los suyos. Los buitres son hermosos ejemplares a su lado, con más honestidad e integridad. 
Asco. Profundo asco. Espero que todos vayamos con este profundo asco y desprecio a las urnas. Cargados de la luz y la fuerza que gente como este médico y Virginia y Raquel y Jesús nos ofrecen pero llenos de asco y desprecio al depositar nuestro voto. Nuestro futuro.

miércoles, 18 de marzo de 2015

El hilo de Pandora

Ayer me urgía enviarle a un amigo un poquito de sosiego, de paz, de ternura, de calor. Y recuperé de algún rincón ignoto y silencioso del corazón esta maravilla.



Tirando de este hilo invisible han ido saliendo otras joyas que adoquinan mi alma, en silencio.
Como esta



O esta



Y esta otra



Y de pronto se agolpaban otras que hacía años, muchos años que no me mecían













Y ahora se agolpan otras melodías que quieren seguir saliendo con ese hilo, que como una caja de Pandora ha desatado los vientos de mis emociones y en un auténtico vendaval me han hecho sentir lo llena que estoy y lo sola que me siento.
















Y van surgiendo más, como resplandores milagrosos que me sacuden desde muy adentro




















En un torbellino que amenaza con anegarme



Sigo tirando del hilo...o el hilo sigue tirando de mí. No sé.



...

domingo, 15 de marzo de 2015

La mirada que habla

Os presento esta pequeña joya. 


Book titled 'La mirada que habla'

Read this free book made on StoryJumperSon unas hermosas fotos de Merche Valdés con las que llevo dialogando tiempo y he querido plasmarlo aquí.Espero que os guste

domingo, 1 de marzo de 2015

Un pan tierno y humeante

Esta es la última competición de este tipo de Raúl. 
Este año se cierran algunas etapas en su vida. En la nuestra. Supongo que voy a echar de menos muchas cosas. La emoción de acompañarle, de verle nervioso, de verle superarse, de verle satisfecho con sus medallas, de verle apoyado y apoyando a su equipo, de verle aceptando sus derrotas, de verle en el podio, de escuchar su nombre  al subirse en él...

Esta es la última y por ello, si cabe, más emocionante y con una pizca de melancolía anticipada.


Ayer, miraba a mi alrededor y me sentía dichosa. Mis padres a mi lado disfrutaban cada segundo de una mañana larga y llena de bullicio y calor en la piscina (incluso aunque crean estar viendo a Raúl nadar y sea otro niño, como ayer).Mi padre estaba feliz de haber cancelado un viaje que tenían para estas fechas que le hubiera impedido ver a su nieto en esta última competición.


Yo, podía observar a mi hijo y animarle y verle participar en algo que le gusta y que hace bien.












Parece algo baladí, pero no lo es. Mi hijo pasa su vida fuera de casa y yo no puedo verlo en su salsa. No puedo animarle ni verle disfrutar o sufrir.









Migajas de felicidad que hacen de la vida un pan tierno y humeante del que algunos desencuentros propios de la edad (al parecer),  impiden  saciarme. 
Las recojo con las yemas del corazón y las conservo aquí, arropadas de palabras y de todo mi amor.