jueves, 12 de diciembre de 2013

Belleza dolorosa

A veces me he sorprendido encontrando bella una imagen que reflejaba una tragedia. En medio de una noticia pavorosa, la imagen que la ilustraba me sacudía por su hermosura y un escalofrío me recorría como si algo perverso me hubiera rozado.

Una de estas ocasiones fue en una exposición no hace mucho. La exposición se llama "España contemporanéa. Fotografía, pintura y moda" y se puede ver hasta el 5 de enero en la Fundación Mapfre de Madrid.
Hay varias fotos impactantes. He podido recuperar dos que me impresionaron mucho por su mensaje y por su belleza. La combinación de ambas cosas.
 Las fotos están captadas de la página web de la exposición y por tanto no son buenas.

 La primera se trata de la despedida de un padre y un hijo antes de que el primero parta a una emigración forzosa por causas económicas en los años 50-60. (Hoy se llamaría movilidad laboral). 
La segunda, que no se ve nada bien, es un naúfrago de una patera en las costas españolas. La mirada de ese hombre asustado encierra un texto más explícito, más claro, que cualquier ensayo. Y es de una belleza conmovedora.


Y siempre me pregunto si no es de una banalidad inaceptable encontrar belleza en medio de la tragedia humana.Si no me deshumaniza sentir emoción ante la belleza del dolor. Me pregunto si el autor de esas instantáneas no buscaría eso precisamente: que yo no pueda olvidar esa foto, ese mensaje, en gran medida por el estremecimiento que me produjo la belleza de esas imágenes. No sé. No acabo de sentirme cómoda con esa experiencia que me resulta, en parte, inmoral. Una especie de deleite obsceno que me perturba.

Me ha sucedido en películas también - La cinta blanca, por ejemplo-
Pero aquí, al ser ficción, lo he vivido con más tranquilidad. 

Mucho mayor tranquilidad que con la que me deleito con una foto de una explosión o de la exposición de cadáveres en una masacre, por ejemplo. 


No sé, Me resulta contradictoria esta experiencia y enturbia esa emoción ante la belleza. 




He encontrado este enlace en el que se pone de manifiesto lo que me planteo en esta entrada: Lugares abandonados

Es posible encontrar en la ruina, en el abandono, en la soledad, una belleza que habla y rompe ese mismo silencio.
Y lo único que me reconcilia con esa sensación es que nunca dejo de plantearme quién vivió allí, quién tuvo que despedirse de todo ello y por qué.
Y eso me acerca más a lo humano de esa belleza que me resulta indiscutible.

No sé si la melancolía, que cada vez es más mi patria, mi hogar, tiene que ver con estas emociones. Aferrarse a la belleza del dolor para no perder la plenitud que encierra aquello que ya no está. Aferrarse a la belleza del sufrimiento, del vacío, para no olvidarlo y convertirlo en consciencia y en realidad.