lunes, 7 de febrero de 2022

Cuchillos

 Cuando lo despido por la noche, como un bebé rubicundo acunado por su propio cansancio y la medicación, el edredón que lo arropa, arropa también a mi corazón. Y los dos, mi corazón y yo, suspiramos aliviados de no encontrarnos nunca más en la intemperie. Una intemperie cruda, inevitable que tanto nos ha pesado y hecho sufrir, sabiéndolo rodeado de personas, olores, ruidos... ajenos. Impuestos. Por pura necesidad. 

Esta noche veo su cama vacía y vuelvo a sentir ese cuchillo.


Esta muesca no pude compartirla contigo. Por eso era más dolorosa. Una escara seca en mi alma, que araña.