jueves, 10 de febrero de 2022

Miguitas

 El reloj de mi padre se ha parado a las 20:25. 

Posiblemente, fue la hora en que lo vi por última vez. 

Lo llevo encima desde que él ya no lo necesita. 

El reloj, como un corazón portátil, ha dejado de latir en el momento que nos despedimos, sin saberlo.

EL reloj y su carterilla eran sus dos posesiones que reivindicaba incansablemente. Construían su mundo y le daban seguridad. 

La carterilla se fue con él.

El reloj me lo quedé yo, pero él ha decidido que su misión había terminado, como si no quisiera acompañar el pulso de nadie que no sea él.

La muerte lo desdibuja todo, hasta la realidad. Frente a eso pareciera que los objetos quisieran jalonarla como miguitas dejadas para el camino de vuelta. 

Sólo que aquí no hay vuelta atrás.

 Quizá solo sean miguitas para que no nos perdamos en nuestro dolor y rechazo.