lunes, 21 de junio de 2021

¿Qué hacer?

 No se lo espera. Nunca.

Se abre al mundo, a los demás, con plenitud. Sin dobleces.

Entiende que eso es vivir: abrirse, respirar en los demás. Construirse en ellos, con ellos.

Pero le llega. Casi siempre, le llega.

El zarpazo. Que la deja noqueada. Herida de perplejidad.

¿De verdad ha sucedido? ¿Otra vez?

Entonces cuestiona su verdad, su realidad. Se repliega.

¿Me lo estaré inventando? ¿Serán cosas mías y no es verdad? ¿Tendré la piel muy fina y haré una montaña de un grano de hiel?

Y entonces se hace pequeña. Ella que no ha provocado nada, que se ha encontrado con el zarpazo a manos llenas, duda de sí y se impregna toda ella de una viscosa fragilidad que la desdibuja y de nuevo la pone al borde del precipicio.

¿Qué hacer? ¿Responder? ¿Dar otro zarpazo? Nooooo ¿Por qué? Ella no quiere eso en su vida.

¿Callar? ¿Hacer como si no hubiera pasado nada? Noooooooooo es que ha pasado y está dentro, muy dentro, sangrando.

El zarpazo la araña ya menos que su perplejidad .

Decide salir a buscar a la niña que fue y dar un paseo, abrazada a ella.



Una foto de carné

 Te has ido hace unos días, pero te fuiste hace años.

Tu particular forma de ver la vida y de relacionarte, te puso muy lejos de mí. 

No lo ponías fácil. 


Te has ido hace unos días, pero te fuiste hace meses.

No eras tú, ni tenías una buena vida. Sufrías. Quizá era el momento de descansar.



Pusiste grandes distancias. Algo turbias. Las respeté. Hasta el final. No me costó. No eras justo y no te quería cerca. No aceptaba tu opción de vida en la mía.

Cada uno elige sus amores. Y sus odios. 

Nadie tiene por qué sufrir los de los demás.

Ahora, te veo en tu foto de carné y descubro una imagen tuya desconocida.

Amable, tierna, ingenua, abierta. Como un niño perdido y dolorido que, por lo que sé, es lo que fuiste.

Esa foto, en la que ya estás mayor y enfermo, deja escapar ese niño necesitado de cariño.

El que, tal vez por eso mismo, no supiste dar.

Y me emociona ese niño que nunca se dejó ver, con toda su fragilidad.

Y me gustaría abrazarlo.

La coraza con la que lo protegiste, quizá, te convirtió en un ser mezquino y esquivo muchas veces.

Gracias a esa foto, he podido despedirme de ti con amor.

Habría sido más fácil de otra manera, pero tú, vosotros, decidisteis vivir así: solos, sin molestias.

Así te has ido y a mí me parece muy triste, pero tal vez sólo quedaba ese camino. El mismo donde se perdió ese niño dulce que solo quería que lo amaran y se encerró en la única persona que de verdad lo hizo.

Buen camino de vuelta a casa. La casa del corazón.

Qué triste hace la muerte a la vida, a veces. Por lo que no fue. Por lo que nunca supimos ni supimos saber. Por lo que nunca quisimos saber ni querer.

viernes, 18 de junio de 2021

BIenvenida a casa

 Me descubro continuamente emocionada.

Me acechan las emociones como duendes que habían perdido la senda y salen a mi encuentro.

Me pierdo en ellas.

Me desbordan.

Atemorizada, las recibo sumisa; como la única labor a la que entregarme.

Demasiado tiempo que mi corazón no se esponjaba y mis ojos no se aguaban.

Hermosa colada de risueña espuma. Hoy. 

Que me conduce sobrecogida y feliz a ninguna parte más allá de donde estoy.

¿Cuánto tiempo sin sentir esa plenitud?

¿Cuánto tiempo sin mí , sin la verdad?

Musito estas palabras temerosa de deshacer el hechizo.

Embrujada en mi turbación, la acaricio para que no se enturbie.

"Si te quedas", le digo, "seremos felices. Solo por respirar".

Me pregunto si abandonar los fármacos no haya sido la decisión más valiente y sabía.

Coraza que me separaba de mi esencia. 

Coraza que me impedía sentir. El dolor. La emoción.

Roguemos silenciosos para no necesitarla nunca más.

¿Podrá la emoción protegerme del miedo y del sufrimiento?

Le pido mucho. 

Tal vez, solo que no me abandone más.

"Fuiste tú", me reprocha. 

Y puede que tenga razón.

No me quedó más remedio que adormecerla para poder sobrevivir.

A veces la única forma de no morir es dejar de sentir.

A veces la única forma de no vivir es dejar de sentir.

Te doy la bienvenida. 

Bienvenida a casa.


Irene Vallejo: Luz, luz, luz.

Pasan los años y quedan pocas certezas. 

Puede parecer contradictorio, pero es la realidad.

Pocas certezas. Quizá tan pocas como importantes,como únicas.

La certeza de la emoción, por ejemplo.

Ningún aprendizaje lo será si no pasa por la emoción. Así es para mí.

Cada vez más intensa la certeza del aprendizaje de la emoción.

Tiembla mi "alma" y yo crezco. Me nutro. 

Y sé que es lo único importante.

Por eso cuando alguien logra emocionarme, me enseña algo. Siempre.

Lo que supone una revolución es que alguien, cada vez que se expresa, que habla, que escribe... haga emoción de todo lo que toca. Como una maga. Una maravillosa bruja buena.

Amo a esta mujer. No la conozco. No he leído su libro (me espera este verano como un placer que aplazo para disfrutarlo también en la espera). La admiro y la necesito cerca.

Amo su sabiduría, su dulzura, cómo acaricia las palabras y las entreteje para crear en cada sintagma pura emoción.

Surgen personas así y para mí la vida comienza. Soy joven otra vez. Quiero vivirlo todo y todo lo espero de la vida.

Gracias, Irene. Eres un regalo de la vida. Ya para siempre


miércoles, 9 de junio de 2021

Ropa Tendida

 Los tendederos del barrio chorrean pura vida.

La ropa tendida en las calles simulan banderas, hitos en cada casa.

Ondean el sudor del duro trabajo.

Ondean la dignidad de lo limpio, del orden.

Ondean el esfuerzo de una vida en paz.

Ondean la verdad del hogar, de los afectos.

Ondean la humildad de los que viven al día.

Ondean como ejércitos de una colectividad.

Banderas de colores, "manchando" las calles.


Los tendederos de las calles del barrio, seguro que ondean lágrimas.

Y el viento dulce las mece, como enjugándolas.


¿Qué seremos? Respira, Los Carriles

 Los ocres se apoderan del campo.

El sol pinta de marrones y ocres el verdor primaveral del campo.
Se agosta el campo salpicado de enhiestos cardos morados. Como hermosos faros de color inalcanzables.
El campo se transforma al ritmo de los días y las estaciones.
Ahora huele a tierra, a verdad. Respiras y eres. Respiramos y somos.
Las cigarras mecen la quietud de la vida en ebullición.
EL campo habla y nos cuenta que somos él. Que no seremos sin él.
El ser humano cada vez es menos SER. Cada vez es más CORRER, más COMPRAR, más TENER, más CONSUMIR, más GASTAR, más DEPREDAR. Pero menos, mucho menos SER.

Y todo SER pasa por respetar. Respetar a la naturaleza. Cuidarla. Protegerla de nosotros mismos.

SER es , sobre todo, recordar lo que nos hace SER animales superiores. Y demostrarlo.

Somos parte de un sistema natural. Sin él nunca podremos SER. Y nuestra existencia como SERES humanos depende de su conservación. Si no nos implicamos en salvarlo, seremos otra cosa pero no SERES HUMANOS.

No somos SERes porque nos perdemos en TENER, en DERROCHAR.
No somos HUManos porque humano proviene de "humus" tierra y la estamos esquilmando como si no fuera nada nuestro. Como si nuestra única labor fuera arrasarla para ser más civilizados.

Nos quedamos sin naturaleza. Dejamos de SER. Nos precipitamos a la incógnita de la destrucción:¿qué seremos?

Respiras y eres. Respiramos y somos.
Respira, Los Carriles.