sábado, 21 de marzo de 2015

La dulzura frente a Goliat


Siempre que hablo de mi Música en Vena, acabo usando las mismas palabras: magia, milagro, prodigio. Todos sabemos que las palabras- a fuerza de usarlas- se desgastan, pierden su valor. Pero es que no hay otras. No puedo encontrar más sinónimos para referirme a lo que sucede durante esos minutos en los que unos magos de la generosidad y la sensibilidad transforman umbrales de dolor en doseles de belleza, emoción y esperanza.

Entramos de puntillas en esas salas oscurecidas que intentan prolongar el útero  que no debieron abandonar tan pronto esos bebés tan pequeños y frágiles. En silencio, respirando tibiamente para no perturbar el aire y el silencio que los protege. 
Pequeñas incubadoras
que aparecen como gigantes protectores de minúsculos bebés- aparentemente quietos, pero atados a la vida por tubos y monitores- velan, probablemente, la batalla más importante que darán en toda su vida. Los que consigan ganarla.

Ver a esas personitas, braceando, mirando, ganando cada segundo en esa carrera de fondo, nos desarma. Frágiles, hermosos, mínimos. La vida en estado puro. La muerte haciéndoles guardia.
Entramos respetando ese combate y la fuerza y el dolor de los padres que con su calor y su amor inyectan a sus hijos la mejor medicina, la única que puede salvarles: la vida es hermosa y os está esperando.

Entramos queriendo ser invisibles. Solo para ayudar a prepararse a Raquel y Jesús, crear un breve espacio donde ellos puedan crear otro mundo dentro de ese.
Un mundo de dulzura, de serenidad y de fuerza que impregne esas paredes y acompase esos pequeños corazones que aletean por vivir.
Ellos todavía no lo saben pero van a recibir un hermoso regalo que nadie como ellos sabrá festejar y valorar.


Pero antes, Raquel que tiene una voz que acaricia y te envuelve en pura emoción, pero que tiene todavía un corazón más grande y más tierno, se resiste a situarse lejos de los bebés y quiere conocerlos antes de cantar para ellos. Se acerca y les habla y los arrulla con su sonrisa y sus palabras. Jesús, a distancia, la sigue con su tiorba, emocionado.


Virginia y Raquel se acercan a Javier. Un bebé de cuatro meses más liviano que un pequeño peluche. Raquel recibe la mirada de Javier conmocionada. Javier la mira con ojos de sabio, de mayor, de alguien que ha sufrido mucho para llegar hasta allí pero que está decidido a seguir descubriendo el mundo con esa mirada profunda y valiente.

Suena la tiorba, Raquel la acompasa con su maravillosa voz y una música suave y delicada nos envuelve como si el tiempo se parara y la vida fuera solo eso, música y dulzura.
Nos atraviesa un destello incontrolable. Nos dejamos ir en ese abrazo tierno que Raquel y Jesús nos están regalando y al que solo podemos acompañar con lágrimas de puro agradecimiento, como lo que somos: adultos torpes y limitados.
 Ellos, los pequeños guerreros, los que son sabios ya sin todavía saberlo, responden con la misma vida: los monitores y su silencio hablan por ellos. La presión cardiaca de sus  combatientes corazones baja, sus llantos se sosiegan, algunos se abandonan al sueño reparador.
La voz de Raquel, la tiorba de Jesús, meciendo a unos bebés desde muy adentro. La música dulce, una nana en la que descansar por unos momentos. Una tregua a la que se entregan por completo.

Abuelos emocionados, padres sin palabras y la ternura de Virginia y de Raquel rodeándolos, acunándolos también a ellos, que tanto lo necesitan, que tan doloridos y llenos de amor se encuentran. Virginia y Raquel con su dulzura salpicando ese instante prodigioso tan intenso e íntimo donde no queremos que la alegría se empañe por las lágrimas que no podemos evitar ante ese torrente de emoción.

Las palabras , lo sabemos, no pueden abarcarlo todo. Tal vez la música sí. Os dejo con ella. Con lo que dos personas maravillosas pueden hacer con su trabajo y su sensibilidad.*


 

Raquel, Jesús, disfrutaros ayer fue un regalo de la vida. Para mí, un regalo muy especial. Yo que, en estos momentos, siento muy resquebrajado el cordón umbilical que une mi corazón al de mi hijo, ayer, con vuestra música y vuestra ternura, pude algodonarlo y sentir que, rota, también puedo seguir luchando, como lo hacen esos bebés que quieren vivir a pesar de que sus comienzos han sido los más duros.
Gracias. De todo corazón.




Si queréis saber más de ellos y buscarlos y perseguirlos y disfrutarlos en directo, pinchad aquí: 
Raquel Andueza  Jesús Fernández
http://raquelandueza.com/






* Si habéis pinchado en el vídeo, habéis podido comprobar el lujo de artistas que ayer pudimos disfrutar.

Aquí os dejo las palabras de Raquel después de esta experiencia para que os podáis aproximar a la calidad humana de esta pareja y a su sensibilidad y generosidad

Este día fue muy intenso para mí. Por muchas razones. Una de ellas, poderosa, la podéis descubrir si pincháis en el título de esta entrada. Os remitirá a otra que escribí en 2013. Casi trece años después. Cuando pude hacerlo. Cuando pude ponerlo en palabras
                                                                      


Después de esta maravilla, conmocionados, estuvimos hablando en otras estancias, con un profesional sobre el día a día de esas unidades de neonatos. Sobre las barbaridades que están haciendo buitres y políticos y cómo la inmundicia salpica todos los escalafones. 
Este país se salvará por gente como él, como Virginia, como Raquel y Jesús. A pesar de los asesinos vampiros que nos están chupando la sangre y están robando el futuro a nuestros hijos. Son ladrones, gente sin alma y asesinos. No matan con sus manos, pero producen muertes y se enriquecen y enriquecen a los suyos. Los buitres son hermosos ejemplares a su lado, con más honestidad e integridad. 
Asco. Profundo asco. Espero que todos vayamos con este profundo asco y desprecio a las urnas. Cargados de la luz y la fuerza que gente como este médico y Virginia y Raquel y Jesús nos ofrecen pero llenos de asco y desprecio al depositar nuestro voto. Nuestro futuro.