martes, 29 de diciembre de 2015

Tatuado en mi corazón

Mi hijo va a hacerse un tatuaje. Hoy.

Casi sería anormal que no se lo hiciera. Eso parece.
A mí no me gusta la idea. Si no tuviera dieciocho años, no le daría el permiso necesario. No me gustan las cosas que son para siempre por naturaleza, las que no tienen retorno. Por eso no entiendo los tatuajes, independientemente de su acierto estético. No me gustarían en una pared, mucho menos en el cuerpo.

Recuerdo que Rosa Montero los interpretaba (interpreta el suyo, al menos) como un desafío a su propio cuerpo. Una imposición, la única que puede hacerle. Frente a tantas que se nos imponen desde él (hablaba ella de la enfermedad, la devastación física).
Para mí el cuerpo es otra cosa. Es sagrado. Y la enfermedad, algo que lo ataca, que lo corrompe desde fuera. Nunca quisiera marcarlo o doblegarlo.

Un tatuaje también me parece un ataque. Sobre todo por lo que tiene de irreversible (ya sé que ahora hay métodos para eliminarlos, pero qué métodos!)

El tatuaje de mi hijo será bonito y tiene una explicación.
Es una estrella hecha de corcheas. Y él lo me lo explicó de manera hermosa: "Llevo desde los cuatro años acompañado por la música, mamá. ¿qué es lo que no entiendes?" .
La estrella es la que yo espero que le acompañe toda su vida y hasta ahora ha sido así,un poco. Así que , y como no tengo más opción, sea.

Y haciéndome yo misma esa pregunta, por qué no entiendo ni acepto esa idea ( no la de las corcheas, la del tatuaje), me he dado cuenta de algunas cosas.

El tatuaje duele y marca y esas son dos experiencias que quisiera evitar a mi hijo en la vida. Son dos experiencias contra las que he luchado desde que nació para apartarlas de su lado, para que no fueran parte de su día a día.
 Ahora él se lanza a ellas, las elige. Como una forma de expresión y de identificación. Personal y de clan. 
Ese tatuaje me está diciendo muchas más cosas que el simple amor de mi hijo a la música. Me está explicando que mi hijo quiere enfrentarse al dolor por lo que le gusta, que quiere elegir, y elige posiblemente equivocarse porque quiere. Quiere experimentar en su piel su propia decisión, aunque duela. Quiere vivirla. La vida. Su vida.

Le he dado mi opinión sobre la irreversibilidad, los riesgos, el dolor. Le he pedido que se lo haga con garantías. Y ahora solo espero que no le duela ni haya complicaciones.


¿Qué podría yo tatuarme para que él entendiera lo mucho que lo quiero y lo necesito? ¿Su nombre en mi piel le ayudaría a entender hasta qué punto estoy sufriendo nuestra distancia y lo mucho que necesito su piel en mi piel y su sonrisa? ¿Su nombre en mi piel le haría sentir que lo llevo tatuado en mi corazón, pase lo que pase y sin querer que sea de otra manera, irreversiblemente?

Nunca lo habría podido imaginar... "Mañana", yo, con mi muñeca tatuada, además de mi corazón.





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