Cuidado con las palabras, dijo Pizarnik. (A lo que yo añadiría, "cuidado con Pizarnik" te puede destrozar de pura verdad).
Y tiene razón.
Algunos no entendemos la vida sin ellas, son las que nos salvan, a veces; pero se quedan tan cortas....y tan largas...
Son y no son.
Liberan y encierran.
Sanan y matan.
Hay que saber elegirlas.
Y pronunciarlas.
Y callarlas
Medirlas.
Dosificarlas.
Derrocharlas cuando están llenas de verdad. Hasta las últimas consecuencias.
Como de un animal doméstico, eres responsable de tus palabras hasta el fin de sus días. Y de los tuyos.
No las adoptes si no vas a saber defenderlas hasta el final.
Porque todas vuelven. Como un bumerán. Y te golpean. Donde más duele. En el hueco de mentira que llenaron frívolamente. Descuidadamente.
"Te quiero": Son estas palabras difíciles de adoptar porque implican mucho. Implican el corazón. Y responder hasta el final de ellas. Sea cual sea el final y su causa.
El corazón nunca está preparado para recibir el bumerán de esas palabras- tan dulces, tan necesarias- vacuo, huérfano, deforme...
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Gracias por acompañarme.