lunes, 7 de marzo de 2016

Oscuro borrador

Un joven se persigna antes de entrar en el andén.
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Las gotas jubilosas resbalan chispeantes por el rojo protector del paraguas.
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Al fondo, las ovejas relucen con su lomo plateado recibiendo el cálido sol.
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Centelleantes morados me seducen desde un charco tras los cristales de mis gafas de sol.
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Un bebé despierto en su coche camina en los ojos de su madre, sin pestañear.
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La tarde se empapa de una luz imposible cargada de grises y resplandor.
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¿Y qué hago yo con todo esto que me emociona y me señala si cuando llega, directo a mi corazón, se precipita en ese agujero que lo carcome y lo anula?
¿Dónde sacudo ese raspón que me produce al caer- bello, hermoso- por ese sumidero?

Todo eso que me estremece, que encuentro cada día soprendiéndome a la vuelta de la esquina; que da sentido a la vida y me dice que "hoy es siempre todavía", se aferra a las palabras para que esa caída al vacío que supone atravesar mi corazón, quede suspendida como nubes hermosas preñadas de posibles aguas purificadoras.

¿Es posible aferrarse a algo a solas?


Tendrá razón Carlos Marzal cuando se atreve a:
"Por más oscuro
 que sea el borrador de nuestras vidas,
nuestras palabras deben crecer hacia la luz"








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