
Un par de cuadros responden a mis expectativas.
Redescubro a Childe Hassan
Y descubro a varios pintores. Uno de los que más me gusta, Dennis Miller Bunker, con este cuadro.

Prescindo de la comida y, con un sandwich, me meto en el cine a ver La sal de la tierra sobre Sebastian Salgado
Sabía que las imágenes de este artista vistas en la pantalla de un cine me iban a emocionar. Este paseo por la obra(la vida) del autor es un duro testimonio sobre la condición humana, la violencia, la crueldad, la desigualdad. Un regalo visual y sensorial envuelto en un ropaje de una belleza conmovedora, coronado con un lazo vital de esperanza que nos abre caminos y nos devuelve la confianza.


Vuelvo a casa caminando. Mi ciudad se recoge despidiendo al día con una placidez de estrechas calles silentes con olor a madera y hoguera. Las campanas de una iglesia acompasan a las farolas que empiezan a brillar acogedoramente.
Paseo por los rincones que más me gustan y me encuentro con el disgusto de comprobar que algunos de ellos, que alfombraban mi paisaje emocional, han desaparecido. Una tiendecita donde todavía encontraba chuches de mi infancia y una galería de arte en la que me refugiaba siempre que podía. En medio de esa orfandaz me doy cuenta de que no tengo con quien compartirla. Ni sé si quisiera tenerlo.
Hacía muchos años que no me sentía tan sola.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Gracias por acompañarme.