miércoles, 22 de octubre de 2014

Fango

El otro día vi por televisión a un hombre destrozado. Un hombre que prefería estar muerto pero que se mantenía en pie por su hija. Era un hombre al que le habían arrebatado la vida y estaba viviendo en la desesperación.
Al verlo comprendí algo que ya intuía: cuando ya no eres un ser humano porque te ha consumido la desesperación, no tienes capacidad de reacción. Siempre nos preguntamos por qué la gente que se suicida víctima de un engaño o de una situación social injusta, no se lleva por delante a alguien como una manera de establecer una mala justicia simbólica. Todos lo decimos: "yo antes me llevo a algún hijo de puta por delante". Y tenemos tantos donde elegir.... Pero olvidamos que en esa lucha por imponer cierta justicia de sentido común se van quedando por el camino no solo las fuerzas, si no algo mucho más importante, la dignidad. Esa es su mayor victoria: conseguir que no te sientas como un ser humano, conseguir que te sientas como un despojo que solo tiene un destino. Y nadie desde el poder en este momento tan crítico ha movido un solo músculo para que esto no suceda. Para anteponer a los seres humanos frente a todo lo demás.

Un sistema que despoja al ser humano de su condición de humano solo tiene un futuro: hacer de la vida un fango asfixiante sobre el que navegarán los privilegiados. Y si no hacemos nada para evitarlo dejaremos de ser personas para ser fango.

1 comentario:

  1. Mi hijo de puta murió recientemente dejándome huérfano. Tendré que ir buscándome otr@ por si las moscas... Un beso.

    ResponderEliminar

Gracias por acompañarme.