lunes, 20 de noviembre de 2017

Huérfilos

Alguien me preguntó por qué leía algo así, tan duro; para qué, cuando comenté que estaba leyendo "La hora violeta" de Sergio del Molino.Creo que contesté que porque sé que no sé vivir y quiero aprender.
Es imposible aprender a vivir algo así. Pero sé que en cada experiencia vital hay una enseñanza vital también.,
O tal vez fuera porque hay muchas formas de perder un hijo y, en todas, la desesperación busca ,donde sea, un atisbo de alivio para esa "desvivencia". Y quizá no haya otro, por doloroso que sea, que acercarte a alguien que pasa por algo parecido (pero incomparable) a lo que no sabes cómo llamar ni dónde poner. Por eso me puse en contacto con Sergio y le agradecí todo lo que su libro me hizo sentir.

La palabra otra vez, salvándo. O intentándolo. O al menos , sirviendo como excusa para acompañar, para aliviar, para algodonar un precipicio del que nunca se sale y en cuya caída te rompes para nunca poderte recomponer.Pero hay que salir. Hay que vivir. Como sea.Y reconstruir eso en lo que ahora te has convertido y que no sabes cómo llamar ni dónde poner.
Y si el periodismo puede ayudar, bienvenidísimo sea este artículo.
Y si la palabra puede reconstruir, identificar, allanar la angustia, abracémosla y con ella, también a todo  ese dolor.
"Huérfilo" no es una palabra bonita. Pero delimita el horror innombrable. Delimitar permite salir del infinito o al menos recorrerlo con la esperanza de imaginar que un día tenga un final.

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