sábado, 6 de agosto de 2016

Caillebotte.



No fui capaz de explicarme por qué me cautivó este cuadro cuando lo vi en una exposición sobre el Museo dÓrseay que vino a Madrid. Así descubrí a Gustave Caillebotte del que no sabía nada. Siempre me da cierto vértigo adentrarme en la vida de un autor que me emociona porque a veces su biografía me decepciona y esto afecta a mi forma de ver su obra (no sé por qué ni si es justo). Hice un acercamiento rápido a la figura y descubrí que era un pintor realista impresionista muy desconocido frente a las grandes figuras del impresionismo de quien fue compañero, amigo y en muchas ocasiones - esto lo sé ahora, mecenas. 
Como no soy una experta ni sé mucho de pintura no supe si el cuadro me gustaba tanto por la temática social que se podía extraer de él (voluntaria o no) por su perspectiva, su luz, la pincelada, el movimiento de los cuerpos descamisados y su interacción, las manos en acción, las virutas, los tonos y belleza de la madera... No lo sabía, todavía no lo sé, pero es uno de mis cuadros favoritos.

Desde entonces, me he ido encontrando con sus pinturas y todas me han entusiasmado. También me he ido informando sobre su vida y su trayectoria y, también sin saber por qué, este joven adinerado que no vendió su obra en vida y que cedió gran parte de la misma a su país cuando murió prematuramente a los 45 años de un derrame cerebral, me cae bien. 
Hay una foto de él en la que se me aparece como un contemporáneo vitalista muy cercano. Tampoco sé por qué
Me resulta hasta atractivo y ahora sé que es más por efecto de la foto -bonita y descriptiva- que por que él lo fuera realmente

El caso es que Caillebotte es uno de mis amores y no sabría explicar bien por qué. Por qué me parece único y por qué me emociona tanto. Es cierto que he encontrado en sus cuadros muchas veces esos tonos que no necesitan nada más para cautivarme.










Ayer acudí a una cita que tenía pendiente desde el 18 de julio y que voy a repetir sin ninguna duda hasta el 30 de octubre en el Museo Thyssen de Madrid y allí estaba él. Para decirme lo que ya sabía pero sin saber por qué. Ahora tampoco lo sé completamente pero sí pude entender por qué ese pintor me interpelaba tan poderosamente. Caillebotte puso su mirada y su emoción en gran parte de los espacios y sensaciones que me hacen vibrar y que busco en mi vida diaria para emocionarme y encontrar razones, si no para la felicidad, sí para reconciliarme con la difícil tarea de vivir.

Caillebotte, ayer fue lanzándome miguitas para no perder el camino y para encontrarme en él un compañero de viaje.

Caillebotte y mis chopos, Caillebotte y mis girasoles

Caillebotte y mis campos en las llanuras

Caillebotte y las puestas de sol y mis cielos


Caillebotte y mis rincones


Caillebotte y mi ropa tendida


Caillebotte y mis margaritas

Caillebotte y el reflejo de la luz



Y una maravilla de la que no he encontrado reproducción y que fue el cuadro que más me gustó: Caillebotte y un paseo por el bosque, con pegotones de pinceladas que te trasladan al frescor, el verdor, la luz y la serenidad de un paseo por un bosque tupido y maravilloso

Volveré a ver los cuadros de este hombre que tuvo una vida acomodada y corta y que me regala, muchos años después de pintarlos, mis propios rincones emocionales que me hacen vibrar.


Mientras tanto...

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Gracias por acompañarme.