jueves, 2 de mayo de 2013

Tan simple




He llegado a casa embriagada. Embriagada del aroma dulzón, cálido, acariciante, de las flores abiertas al sol. 

Embriagada y contagiada del alegre trino de los pájaros en un diálogo placentero y melódico. Embriagada por la intensidad verde del campo,salpicado de amarillos, blancos, morados; con las espigas variables, ya rojizas, que reflejan alfombras violáceas por todas partes y que ondulantes al viento simulaban olas de un mar   agitado y feliz. 
Embriagada por las sombras que el sol proyectaba cuando asomaba entre las nubes de un cielo hermoso y cambiante, lleno de tonos blancos, grises, negros. 

Embriagada por el frescor del viento en la cara, un viento que nos acercaba las cumbres nevadas que desde aquí contemplamos. 

Me hubiera gustado atraparlo todo en un suspiro y poder disfrutarlo cada segundo, todo aquí, conmigo.




Cuando reflexiono, con pesar, sobre las cosas que irán desapareciendo y dejaré de vivir inevitablemente, me reconcilio pensando que este espectáculo y todo lo que me transmite, siempre estará ahí (a no ser que a este (des)gobierno le dé por canjear ( a golpe de talonario para unos pocos-de los suyos,claro-) cada brizna de campo por casinos y cada orilla de playa por construcciones).



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