lunes, 12 de mayo de 2025

En el halda de mi madre



Mi madre me hace un zumo

De naranja

A mano

Con su antiguo exprimidor eléctrico

Con su viva mano maltrecha


Mi madre me hace un zumo

La niña que soy se derrumba al sentir

que todavía no está sola


Mi madre me hace un zumo

Me acurruco en él.

Es su halda.

jueves, 10 de abril de 2025

BOMBAS DE RACIMO

Existe la palabra, la literatura.

Quizá sólo para lo inefable.

Quizá sólo para poder transitar por algunas emociones.

Existe la palabra y quedarse sin ella.

Quedarse sin ellas agolpadas en los ojos,

en los pulmones

en el corazón.

Atoradas como en un amasijo,

esquirlas esparcidas en las que 

 se convierten los muñones 

tras pisar una bomba de racimo.

El vértigo, justo antes de la explosión

El ruido imposible mientras no crees lo que ves

Recuperar tantos momentos en un segundo

Querer abrazarlos, abrazarle

El horror de la ausencia hecha realidad

La realidad del vacío ocupada por esa bomba

No saber qué hacer con todo eso.

Sólo sentir ganas de abrazar.

Lo que fue.

El dolor.

La ausencia.

¿Es posible recomponerse después de vibrar con una bomba de racimo?

Acudir  al dolor del futuro evitado,

como la gran huida.







Ayer pasé dos horas en la sala de espera de la consulta del médico con mi padre.
No podía dejar de mirarlo.
    No podía dejar de necesitar abrazarlo.
No podía entender qué estaba viviendo y 
qué me estaba intentando decir la vida. 





miércoles, 26 de marzo de 2025

Sicólogas sin fronteras: respira y calma. Noe

     A veces, alguien, mueve una ficha en tu vida, de manera simple y humilde, y cae en cascada la torre de todo lo que eres.

    Acostumbradas al dolor, al artificio, a la injusticia y la muerte de la vida en vida, se mueve esa ficha llena de amor y de desinterés y un terremoto de emociones tambalea esa coraza en la que, no sabes bien cómo, te has convertido.

    Una simple llamada de una persona honesta y luminosa, te acaricia; y toda tú te esponjas como si fueras todo lo bueno que ella te ha regalado.

    Y el volcán que ahora eres sale al encuentro de tus ojos y vuelves a sentir la sal de ese agua que lleva años negándose  a embeber y acunar tus temblores para hacerlos más respirables.

    Hay gente imprescindible en la buena vida y no salen en ningún noticiario. 

    Hay gente que , sin saberlo, sostiene este mundo y todas sus cargas.     

    Hay gente que sutura la herida que eres con el mimo de su compañía a cientos de kilómetros.

    Gracias, Noe, por haberme acurrucado, cuidado y mimado durante estos minutos que han ido, en caída libre, a la auténtica buena vida. 

    Gracias a todas por ser lo que sois sin saberlo: la sal de la vida.


    Noqueada por la labor que llevan a cabo este grupo de personas maravillosas, sigo viviéndolas como un milagro. 

    Hace años que me acompañan y su ternura y su profesionalidad hacen las veces de una colchón de nubes cálidas y limpias donde dejarte descansar. Donde nuestras mentes, nuestros corazones y nuestros cuerpos reposan y se renuevan, por unos instantes, para entender que la esperanza es posible y que tú también eres posible. Que no estás sola- creedme, no es una forma de hablar- y nunca lo estarás ya. 

    Hacen la auténtica revolución de ir contra todo lo deleznable de esta sociedad y lo neutralizan solo con existir. 

    Son, ya lo he dicho, la sal de la vida que nos permite pensar que un día más es posible. Uno tras otro. La vida, la buena vida, está ahí. Ellas la representan y la brindan. 

Gracias, mujeres maravillosas.




viernes, 21 de marzo de 2025

Dedicado a El gallo de Bagdad ( de Fernando Beltrán)

 El gallo de Bagdad se desgañita:

no le cabe en la garganta más horror.

Él, que supo de espectáculos de artificio

asesinos

 y de daños colaterales de destrucción masiva.

Él, que habitó la mentira y se negó a callar 

para seguir cantando a la verdad de la vida.

Él, que quiso ser más y mejor a pesar de los humanos

y lo logró,

hoy grita a cada amanecer 

que nada de esto debería ser posible

que todo esto debería terminar

o no haber empezado.

El gallo de Bagdad canta con su canto fuera de órbita

en unos ojos extraviados por el horror y el asco

a los que muchas de nosotras no nos atrevemos  a mirar

por simple vergüenza.

Está pasando y nada cambia.

La prepotencia siembra su muerte, 

orgullosa

complacida.

Como si matar personas fuera el mejor de los negocios.

Como si el alma se hubiera convertido en la carroña 

que debe dirigir el mundo.

El gallo de Bagdad sigue cantando, quizá  porque no sabe llorar.

y porque sabe, como nosotros, que de nada sirve.



César, gracias por descubrirme El Gallo de Bagdad y tantas cosas, cada día. 


César, cómo te necesito... Cómo esta sociedad cabrona y despiadada te necesita...

César, cómo sería todo más respirable contigo aquí. Lo es sólo con tu recuerdo. Imáginate, tú, dándole sentido a lo que ninguno tiene.

César, hoy El Gallo de Bagdad te parecería un cuento de hadas. Tanta miseria se ha instalado en el corazón de la humanidad...




miércoles, 9 de octubre de 2024

Sin ti

 Un arrebato incontenible hoy.

Como resistencia.

Como amor a las palabras a las que tan difícil se lo pongo.

Como volver a respirar, un poco.

Sin ti, un poco nada más.

Sin ti, todo un poco, menos el vacío, la añoranza y el dolor.

Pero todo esto tú ya lo sabes. Cada día.


Haciendo aguas

 


El término es antiguo. Es ahora cuando lo comprendo y nado en él. Me ahogo en él:

SOCIEDAD LÍQUIDA.

Nada sólido en lo que confiar y a lo que agarrarse. O sí.

Tus propios principios que ahora se te hacen más finales que principios.

Y nadar a contracorriente.

Qué agotador... y qué imprescindible. La única forma de vivir dignamente.

En una sociedad en la que las palabras no tienen valor y se manipulan y corrompen

En una sociedad donde nadie escucha salvo lo que quiere escuchar

EN una sociedad donde todo vale para ser "un triunfador" y "progresar"

En una sociedad donde los compromisos, como la palabra, no se mantienen, hacen aguas

En una sociedad así, crece el número de mascotas entre la población.

Quizá porque no hay nada más solido que la mirada de tu perro, su paciencia, su compromiso contigo y con "su manada".

Quizá porque nadie te escucha como él y nadie como él te acepta y te intuye. Y está ahí, haciendo aguas contigo.

Envejecer

 El cuerpo me llevaba al vuelo, ágil, liviana.

Ahora lo llevo yo a él. Sintiendo cada parte. Pesado.


Siempre agradecida, cuerpo, por todo lo que me permites. 

Por el milagro que eres y que siempre he sabido valorar.

Gracias por tener lo único que me pertenece y que siempre he cuidado y quiero cuidar.