¿Cómo se gana una guerra en la que tu aliada es tu propia muerte? ¿Cómo se vive en una sociedad que promueve batallas contra la vida? La muerte nos gobierna y su sufrimiento es un ejemplo claro.
A "ese jardín de las delicias", llegó ayer Música en Vena (MeV) con el aire fresco de una joven música en directo.
Las voces de Virginia y Sananda se entregan a su interpretación con auténtica pasión. Se instalan en el bajo de Jaime y la guitarra de Sananda y se nos erizan los vellos y una energía purificadora recorre la sala.
Pienso que esos jóvenes cantando con toda su alma para ellas son mucho más que música, que un acto musical. El antídoto no solo es emocional. Mirándoles a ellos, sintiendo con ellos su música, las chicas aprenden una lección que no les podría llegar de ningún otro modo: vivir no depende de una báscula. Una báscula no puede presidir la vida. Quizá ellas no lo sepan, no lo aprendan en ese momento. Pero sé o quiero pensar que esa semillita se queda instalada en sus frágiles corazones y confabulará contra esa sombra que ahora habita sus días.
Nos vamos y se entristecen. Por motivo doble. Se acaba el paréntesis de alegría y llega la cena.El espejismo se desvanece, el monstruo aparece en total esplendor. La tortura más insoportable de la que no pueden escapar. Hoy hay pizza, huummmm les digo y una chica me dice sombríamente que me la da. Disfrutar de una comida rica es su tortura y harían todo lo posible para zafarse de ella si no las controlaran férreamente. Comen en lucha. Y su rabia quisiera destruir los nutrientes en esa bajada inevitable a los infiernos.
Vuelvo a casa con un hambre feroz y como ferozmente. Como queriendo anular su propia furia y como queriendo contrarrestar lo mucho que yo también he contribuído a esa locura colectiva que nos lleva a estos espacios de desesperanza y sinsentido donde las calorías se convierten en el único latido que quieren contar.
MeV es un proyecto necesario por muchas cosas. A mí, egoistamente, me parece imprescindible. No me canso de decirlo. Por lo mucho que entrega generosamente y por su capacidad de transformar las sombras en luz. Pero sobre todo por lo mucho que nos enseña de nosotros mismos y especialmente por lo mucho que nos enseña sobre lo que ya sabemos y no queremos mirar de frente.
MeV requiere de valentía para asomarse a ese espejo en el que todos podemos ver lo que realmente somos. Por eso duele.Por eso sana. Por eso es imprescindible para todos.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Gracias por acompañarme.